Mucho se ha escrito, oído y visto en los medios de comunicación sobre las miles de personas atrapadas en una autopista en medio de una nevada llegando a producir verdadera angustia a muchos de los afectados. Y a partir de ese momento –como suele ocurrir desgraciadamente– a exprimir en lo posible el tema para sacar tajada política.
Quizás sean ya muchos los que sepan que la autopista donde se quedaron encerrados se gestiona a través de una concesión (empresa privada), pero creo que no son tantos los que se han molestado en saber las Obligaciones de concesionarios de autopistas cuando un usuario paga el peaje y se firma un contrato de prestación de servicios. Obligaciones que están reguladas en la ley 8/1972, de 10 de mayo. Entre otras, están las obligaciones de «prestar el servicio en condiciones de absoluta normalidad, así como suprimir las causas que originen molestias, inconvenientes o peligrosidad para los usuarios»; igualmente hacer los trabajos que permitan tener la autopista en «perfectas condiciones de utilización».
Con ello quiero transmitir que lo sucedido ha sido un tema delicado y con muchas aristas, y no simplemente un suceso donde poder culpar sólo, exclusivamente, por las formas, por el fondo, y por todo lo que a uno se le pueda ocurrir a una sola persona. En este caso al Director General de Tráfico, Gregorio Serrano.
Yo he sido compañero de Gregorio Serrano en Sevilla (esa Ciudad que parece estar muy cerca –para unos- de Madrid, y para otras muy lejos... según interese) y sin entrar a valorar en profundidad lo acontecido en la AP-6 porque no tengo conocimiento para ello, si puedo hacerlo sobre la persona, más allá de defectos o virtudes que todos podamos tener.
Y sin temor a equivocarme escribo, que Gregorio Serrano –entre sus virtudes- se encuentra la responsabilidad, la coherencia, su constancia y la búsqueda del bien común en toda responsabilidad desempeñada.
Mientras tanto, ¡sé feliz! ~