La Pasión

Aquella señora de ojos azules

30 jun 2018 / 23:30 h - Actualizado: 01 jul 2018 / 12:18 h.
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  • Atardecer en Sevila. / Txetxu Rubio
    Atardecer en Sevila. / Txetxu Rubio

Aquella señora tenía los ojos azules como el cielo de Sevilla cuando se viste de Inmaculada una mañana de diciembre. Se acercó a mí con delicada cautela y la mirada noble, como de respeto vestido con un atisbo de admiración. Me dijo entonces que El Correo Televisión era parte de su vida, que estábamos muchas horas compartiendo salón, momentos y sueños. Que El Correo era como aquel hombre fuerte con la espada que llegaba a su casa para rescatarla y acabar con la soledad, un sentimiento que tenía cara de canalla y que venía a visitarla desde que su Antonio había emprendido el viaje a la eternidad. Me dijo que aprendía de Sevilla con nosotros, que se divertía, que recorría nuestras calles y hasta que rezaba con El Correo TV. Me pidió que no faltáramos nunca, que a ella la hacíamos muy feliz. Me dijo, parece que la estoy viendo, que nos conocía a todos, con nuestros nombres y nuestras maneras de ser y de hablar. No puedo olvidar aquella mirada cuando aseguró, delante de mi emoción, que ella no sabría vivir sin nosotros. Yo no sé cómo agradeceros esto, me dijo cogiéndome las manos, y me soltó dos besos.

La señora se marchó como se va una pompa de jabón, hermosa, libre, frágil antes de desaparecer para siempre. Acariciaba en esos andares el cielo y el suelo al mismo tiempo. Y se perdió.

Hoy, recordando aquellas palabras que el fundador de El Correo de Andalucía, don Marcelo Spínola, nos hace tener en cuenta a menudo (ni un solo trabajo, ni una línea, ni una letra, deje de encaminarse a la defensa de la verdad y de la justicia) me llega al corazón la mirada de aquella señora de ojos claros que, agarrando mis manos, me dijo que nos necesitaba para vivir.

Es posible, está en la mesa de su señoría, que a las manos de nuestra intención de informar, acompañar y hacer feliz a nuestro público, les pongan unas esposas. Dicen que hemos caído en el error de no colocar dos CD dentro de unos sobres de un concurso. Pero lo que está fuera de concurso, de verdad, es el respeto y el afecto de miles de personas que quieren a El Correo. Lo siento así, aquí en el pecho.

Escribo entre la incertidumbre y el orgullo, con una sonrisa porque, pase lo que pase, hemos estado y estaremos por y con Sevilla.

Quienes hacemos este periódico y esta televisión sentimos en el corazón que hay una empresa detrás que, a pesar de las dificultades, nos abriga, que nos empuja y nos apoya. Si El Correo TV tiene que marcharse, lo hará. Me dolerá en el alma por esas personas que, de alguna forma, nos necesitan. Por eso, y porque ahora mismo me acuerdo de la emoción de aquella señora de los ojos azules como el cielo de Sevilla cuando se viste de Inmaculada.