Aquellos gazpachos de mi abuelo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
08 may 2018 / 08:00 h - Actualizado: 08 may 2018 / 08:00 h.
"La Tostá"

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Va pegando ya el gazpacho. En realidad pega todo el año, pero es costumbre beberlo a partir de esta estación, cuando empieza a hacer calor. Recuerdo que mi abuelo Manuel lo hacía en un barreño de barro y lo majaba todo a mano con una paciencia increíble. Luego le echaba uvas y cuando quedaban dos o tres dedos en el cuenco le ponía aceite y un huevo duro para que mojásemos pan en el sopeado. Como entonces había tomates de verdad, aquel gazpacho era un manjar de los dioses. Aquello sí que era comer, aunque escaseara la comida. Estaba en el colegio y me moría por salir para llegar a casa y beberme un vaso de gazpacho de mi abuelo hecho con agua de nuestro pozo. Luego, de postre, una sandía de Guillén tan grande como la luna llena del atardecer y roja como los tomates de Celestino. Una siesta y por la noche, después de correr kilómetros y kilómetros por Mampela, tenía los ojos como un mochuelo. Cuando por fin me acostaba, los cerraba y veía a mi abuelo majando el gazpacho del día siguiente, y el roce de la maja en el barro era como una nana.