«El fútbol es un deporte que en la Europa League juegan 11 contra 11 y siempre gana el Sevilla». Toca sevillanizar el diccionario balompédico de frases sentenciosas, incluida la del delantero británico Gary Lineker cuando hace 25 años la selección de Alemania y los clubes germanos eran el caballo ganador. El 10 de mayo de 2006, tras medio siglo de mediocridad clasificatoria en el prado nacional, el Sevilla llegó a su primera final europea, y alzó la copa en Eindhoven. Diez años y ocho días después, estará en Basilea en su quinta final de Europa League (tercera consecutiva). Y las ha ganado todas. Impresionante.
La pregunta del millón en los hogares europeos: ¿cómo es posible que un club sevillano sea una empresa tan germanamente fiable? ¿Pero Sevilla no era una ciudad de calor y flojera? No conocen el tridente clave en el Pizjuán desde hace 15 años: Monchi, José Castro y José María Cruz. Dirección deportiva, institucional y económica. La delantera que, en la sombra, ha vertebrado lo más difícil en todo ámbito empresarial y social: alcanzar el triunfo y mantenerse arriba para convertir el éxito en costumbre.
El Liverpool, liderado desde el banquillo por Jürgen Klopp, sin duda, va a ser el rival más difícil con el que se va a medir el Sevilla en las finales de esta competición. Si el memorable pulso (tras el colosal duelo de himnos) lo ganan los blancos, ¿la cúpula directiva y Unai Emery culminarán la germanización de la sociedad sevillana para ganar las competiciones europeas del empleo, de la educación, de la burocracia, de...?