Así, cualquiera es empresario

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Álvaro Romero @aromerobernal1
14 abr 2019 / 10:02 h - Actualizado: 14 abr 2019 / 10:07 h.
"Viéndolas venir"

Ayer referíamos en esta misma columna la impiedad de una empresa de Castellón con sus manipuladoras de limones a las que no les daba tiempo ni de ir a orinar. Mucho más cerca, en Chiclana, nos hemos enterado hace poco de otro grupo de empresarios que le quitaron la ropa a un trabajador que se les había matado con una carretilla elevadora para decir a continuación que el empleado, de 42 años, casado, con dos hijos y vestido de paisano, pasaba por allí. Lo denuncia ahora la Guardia Civil, pero la cosa ocurrió el verano pasado, cuando la empresa -dedicada a montar todo tipo de eventos y ferias con tablones- no se preocupó tanto de salvar al trabajador como de salvar a la empresa.

Según la investigación de la Benemérita, el trabajador no tenía ni Seguridad Social ni formación para manejar la carretilla ni ropa de trabajo adecuada. Un desgraciado como tantos. De modo que cuando lo vieron ya casi cadáver, de camino al hospital, no dudaron en cambiarlo de ropa como a un muñeco para inventarse su patetismo final.

La empresa se había constituido con un capital inicial de 3.000 euros y va de feria en feria montando escenarios, todo lo cual es una dolorosa alegoría de lo que ha sido capaz de montar: con escasos recursos, casi nada, articula eventos efímeros, montajes, mentiras, ficciones, ilusiones de cartón piedra que funcionan de noche, cuando todos los gatos son pardos.

Así, es empresario cualquiera. Todo el mundo conoce un caso similar. Pero es que resulta que empresario, al contrario de político, no puede ser cualquiera. Hace falta una inversión potentísima, un riesgo desorbitado y una responsabilidad social a flor de piel. Y eso solo lo saben verdaderamente los empresarios de verdad.