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Ave Fénix

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16 sep 2018 / 22:30 h - Actualizado: 16 sep 2018 / 22:31 h.
"Tribuna"

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El día 1 de febrero del año 1899 salió a la venta por primera vez El Correo de Andalucía. Marcelo Spínola, que había sido nombrado arzobispo de Sevilla en 1895, fue el precursor de la fundación de este referente de la prensa sevillana, andaluza y española. Y durante 119 años ha superado crisis de todo tipo. Ha sido capaz de sobrevivir a una dictadura en la que la censura planeaba sobre las redacciones de los diarios como un pájaro de mal agüero. Ha sido secuestrado judicialmente, como el 29 de octubre de 1978, por publicar unas declaraciones del abogado sevillano José Antonio Salazar, procesado por el presunto delito de propaganda ilegal.

Durante los últimos años de la dictadura se sucedieron grandes movilizaciones sindicales y El Correo de Andalucía apostó por la libertad con mayúsculas, desafiando al dictador y apoyando a la oposición. ¡Esto sí que era tener valor enfrentándose a Franco! y no sacando hoy unos cuantos huesos de una tumba.

En el período comprendido entre los años 1967 y 1969, período en el que felizmente vino a este maravilloso mundo este humilde escritor, el decano de la prensa sevillana estuvo dirigido por el periodista Rafael González Rojas, que fue fulminado porque era una piedra en el zapato del régimen. Pero su sustituto hizo honor a su antecesor. Me refiero al sacerdote católico, periodista y escritor José María Javierre Ortás. Javierre fue director de El Correo de Andalucía durante los últimos años de la dictadura franquista y haciendo honor a su férrea oposición a la censura, se enfrentó al poder sin miedo, lo que acarreó continuas amenazas de cierre del periódico. Pero venció a la censura y los sevillanos continuaron informados diariamente gracias al espíritu de libertad que se respiraba en aquel periódico.

Entre las muchas personas que han hecho posible el milagro de El Correo de Andalucía hay que situar en un lugar de honor a José María Requena, un novelista, poeta, ensayista y periodista, nacido en Carmona y que tras un periplo vital que lo llevó a fundar, junto a un grupo de poetas sevillanos, la revista Guadalquivir, primera revista editada tras la posguerra civil española, ser finalista del Premio Adonáis de poesía en 1955 con la obra La sangre por las cosas, o trabajar como redactor en La Gaceta del Norte, de Bilbao, volvió a su tierra, a Sevilla, en 1964, para ser subdirector de El Correo de Andalucía hasta 1975, año en el que fue nombrado director, en plena transición. Durante el tiempo en el que José María Requena ejerció el periodismo con mayúsculas, en total libertad y objetividad, se vio envuelto en muchas situaciones incómodas, por llamarlas de alguna forma. Pero Requena era de los que preferían morir con las botas puestas y nunca se amedrentó. No se amedrentó, por ejemplo, cuando a comienzos de 1976 fue acusado de un delito contra la seguridad del Estado por publicar una noticia que relataba el desalojo de unos trabajadores recluidos en la parroquia del barrio sevillano de La Corza por miembros de las Fuerzas de Orden Público y la posterior detención del conocido como cura obrero José Antonio Casasola. O cuando el 14 de mayo de 1976 tuvo que declarar ante un juez por haber publicado el 8 de mayo anterior informaciones relativas al acto de presentación del estatuto de autonomía de Andalucía, elaborado por miembros de la Alianza Socialista de Andalucía. Tampoco se amedrentó cuando en marzo de 1977 se abrió juicio oral contra él por publicar unas fotografías de una explosión que tuvo lugar en los Jardines de Murillo en la que murieron dos personas. Se le acusó de un delito de desobediencia a la autoridad judicial, ya que el juez avisó de que esas fotografías no podían publicarse. Finalmente, en mayo de 1977, Requena fue indultado. Y a pesar de ello, volvió a verse envuelto en otro rifirrafe judicial cuando otro juez le llamó a declarar por publicar un artículo escrito por Manuel Jiménez de Parga titulado El Supremo no ofrece garantías políticas.

Podemos y debemos agradecer a estos valientes periodistas, defensores de la prensa libre y de la verdad, por lograr que El Correo de Andalucía, primer diario que vio la luz en nuestra ciudad, siguiera vivo y dando a los ciudadanos lo que es un derecho: la información.

Ya en la etapa democrática nuestro querido diario fue vendido por el capital católico que lo había controlado hasta entonces, al exdiputado de UCD Arturo Moya y al empresario Emilio Martín, ligado a la empresa Mundicom, afín al PSOE. Corría el mes de febrero de 1986 cuando Moya y Martín se hicieron con dos tercios del periódico, quedando el resto en manos de sus anteriores propietarios. Después llegó el Grupo PRISA y posteriormente el grupo industrial extremeño Alfonso Gallardo S.A., al que la empresa de Polanco vendió su participación en 2007. El expresidente de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla figuraba al frente del consejo editorial.

Y llegó la crisis de la prensa escrita, una crisis que no asustó a un empresario sevillano valiente y emprendedor, D. Antonio Morera Vallejo. Yo recuerdo, en mis comienzos como perito de seguros, aquella oficina en la planta baja del edificio Sevilla 2. En varias ocasiones tuve que ir allí para solicitar información de cara a investigaciones periciales que llevaba entre manos. Y fui testigo de ese crecimiento brutal que le llevó al complejo en la Gota de Leche en el que hoy se ubica.

Antonio y Chari, sé que si hay alguien capaz de lograr que la valentía de todas esas personas que enfrentándose, no a una crisis económica, sino a perder la libertad, sea honrada con el mayor homenaje posible que sería hacer que El Correo de Andalucía siga vivo y resurja como el Ave Fénix, sois vosotros. No me resigno a creer que no hay soluciones. Igualmente deseo pedir a los 29 profesionales que velan cada día por la libertad de información y que siguen haciendo posible el milagro de El Correo de Andalucía, que hagan también el mayor esfuerzo posible de empatía con Antonio y Chari porque para salvar al Decano de la Prensa de Sevilla debemos construir puentes entre todos.

¡El Correo de Andalucía vive!