Bachillerato Internacional como regla y no como excepción

Image
Juan Luis Pavón juanluispavon1
30 nov 2018 / 08:19 h - Actualizado: 30 nov 2018 / 08:32 h.
"Pasa la vida"

Una de las mejores cualidades que cabe atribuir a la celebración de una campaña electoral es su virtud para resolver problemas y para rectificar errores. Es el breve periodo en el que un equipo de gobierno o de partido ve con más claridad el peligro del descrédito, porque a corto plazo le puede acarrear pérdida de votos y menos cuota de poder. Por eso, antes de que terminara la campaña para las elecciones del próximo domingo 2 en Andalucía, en la Consejería de Educación del Gobierno autonómico han tenido a bien rectificar y no provocar la extinción del programa de Bachillerato Internacional en el único instituto público andaluz que lo imparte desde hace 29 años: el IES Martínez Montañés, de Sevilla. Menos mal. Porque era un fallo garrafal en el momento menos oportuno para disimularlo.

Además de la movilización de profesores, alumnos y antiguos alumnos, imagino que también habrá influido alguna llamada desde el Ayuntamiento de Sevilla a las altas esferas de la Junta de Andalucía para convencer a quien corresponda de la pésima estrategia que supone para el PSOE un chaparrón de críticas por recortar y recortar una partida anual de solo 40.000 euros, en una Consejería que tiene de presupuesto para 2018 un total de 6.329 millones de euros. Y no es solo un desdoro por la cantidad, sino por la cualidad de lo que se lleva años desdeñando: un logro que, cuando se cumplió el primer cuarto de siglo de su implantación, allá que fueron todas las autoridades educativas y municipales para hacerse la foto y presumir de excelencia en la enseñanza pública.

La integración del IES Martínez Montañés al Bachillerato Internacional fue una conquista de profesores que sentían pasión por la enseñanza pública como eje del desarrollo de Andalucía. De los que se habían significado por un espíritu de libertad y de europeísmo para dejar atrás la cerrazón y el aislamiento causados por el franquismo. No lo plantearon con el ánimo de que dicho instituto fuera el único, sino que fuera el primero. El balance que ha deparado es sensacional: el ascensor social que necesitaban centenares de jóvenes andaluces con excelentes notas, una beca en especie para ser seleccionados merced a sus méritos y fortalecer su formación esforzándome con un programa exigente que valida el curriculum a nivel mundial.

Veintinueve años después, el debate no es en cuántos institutos de Andalucía se implanta (y todos los partidos políticos deberían abogar por aplicarlo durante la próxima legislatura en todos los municipios andaluces de al menos 100.000 habitantes), sino cuánto tiempo podía seguir aguantando la comunidad de profesores y alumnos del Martínez Montañés recortar hasta el gasto en calefacción o refrigeración para ahorrar fondos de su presupuesto de intendencia y mantenimiento, y mantener así el Bachillerato Internacional para el que la Consejería de Educación ya no le aportaba la asignación comprometida.

Si en algún partido político aún no lo ven claro, porque en España se sigue configurando el sistema educativo con prejuicios ideológicos y no con criterios profesionales, como bien explica José Antonio Marina a tenor de cómo nos gobiernan en este tema todos los partidos tanto en La Moncloa como en todas las autonomías, que lean este mensaje enviado por un joven ingeniero, uno de los antiguos alumnos del IES Martínez Montañés, al enterarse de que peligraba lo que a él le cambió la vida para bien. Es un párrafo que deberían enmarcar en el Parlamento:

“La educación, y con ella las oportunidades laborales y más tarde el nivel de vida en la edad adulta, siguen estando condicionadas lamentablemente por el entorno social y económico en el que crecemos. Sin embargo, a veces surgen iniciativas que brindan oportunidades a personas que de otra manera no podrían acceder a ellas, como fue mi caso allá por 2009, cuando tuve la suerte de ser aceptado como alumno en el Bachillerato Internacional (BI) del IES Martínez Montañés. Dedicar fondos al BI es mostrar a los jóvenes de 15 y 16 años que tienen una razón para esforzarse y trabajar duro, porque el gobierno de su comunidad autónomo cree en ellos y les anima a que lleguen lejos”.