Bajo la alfombra

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06 feb 2018 / 21:20 h - Actualizado: 06 feb 2018 / 21:20 h.

Viendo la aburrida y repetitiva gala de entrega de los premios Goya no he podido resistirme a pensar en la enorme alfombra roja que tuvimos colocada en España hasta antes de llegar la crisis económica. Era roja y muy ancha, era muy del tamaño del país entero. Era una bonita alfombra con los bordes flexibles. De ese modo, se barría y toda la porquería se podía meter allí. Debajo de la alfombra, como se hace en las casas en lo que sólo se limpia y se hace lo que ve la suegra.

Pero nos la quitó algún desaprensivo. Sin avisar. Un buen día, alguien la enrolló y se la llevó lejos. Aunque lo peor de todo es que dejó aquí, a la vista de todos, esa mierda acumulada durante años, expolio tras expolio, caso de corrupción tras caso de corrupción, ofensa a la inteligencia de las personas tras ofensa inexplicable por el descaro con las que se cometieron. Quitaron la alfombra y allí nos dejaron toneladas de mierda. Una verdadera pena porque éramos muchos los que creímos que nuestro país era lo más de lo más. La verdad es que los malos fueron hábiles al hacernos creer que la enseñanza era cosa de todos, la sanidad lo mismo para los ricos que para los pobres; incluso muchos llegaron a creer que tenían la opción de comprar una vivienda habitual y otra en la playa, que eso era lo normal y un derecho. Todo era una cortina de humo con la que cerrar bocas y poder barrer echando, finalmente, toda la mierda bajo la alfombra.

Y lo doloroso es que, ahora, la vemos, la podemos tocar, tiene textura, huele. Es mierda real. De la buena. Esa que alguien colocó bajo la alfombra mientras pensábamos que éramos otra cosa. Qué pena.