Bárbaros

Hagan un ejercicio de sinceridad y piensen si tras presenciar lo sucedido en Ceuta no hay muchos más españoles partidarios de un muro que antes. Con la mano en el corazón: ¿no están sintiendo el miedo a los bárbaros?

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29 jul 2018 / 23:20 h - Actualizado: 30 jul 2018 / 08:44 h.
"Tribuna"
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Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero». De esa forma tan metafórica, Winston Churchill describió la barrera o línea imaginaria que separaba política e ideológicamente la Europa Occidental de la Oriental tras la Segunda Guerra Mundial. Mi generación creció con el famoso conflicto imaginario, conocido como Guerra Fría, entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Y es que la historia de la humanidad no se podría entender sin sus fronteras, sus muros, sus telones y en definitiva el miedo al bárbaro.

Nació en Sofía, Bulgaria, en 1939. A los 24 años cruzó el telón y se marchó a París a estudiar Filosofía del Lenguaje. Su currículo es como para escucharle, como para tener en cuenta lo que dice. Una gran cantidad de privilegiados oídos norteamericanos han disfrutado de sus magistrales conferencias y clases en la Universidad de Yale, en la de Nueva York, Columbia, Harvard o California. Desde luego, entre escuchar a Carmen Calvo decir que un concierto de The Killers es agenda cultural del presidente Sánchez y leer un ensayo de Tzvetan Todorov media tal abismo de sabiduría y respeto a la inteligencia que produce hasta pudor utilizar ambos nombre en una misma frase.

Todorov es una de las voces más autorizadas en cuestiones relativas a los movimientos migratorios y a cómo evaluamos a las diferentes sociedades del mundo y por qué las clasificamos en bárbaras o civilizadas. Y, ante la sensación de miedo que se ha instalado en los países occidentales, ante la total desorientación y falta de directrices comunes entre los distintos países europeos, el sabio búlgaro advierte que:

«El miedo a los bárbaros es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros. El miedo se convierte en peligro para quienes lo sienten, y por ello no hay que permitir que desempeñe el papel de pasión dominante. Todavía estamos a tiempo de cambiar de orientación».

No se puede explicar mejor. Efectivamente, cuando se realiza un control de la inmigración y a un país como, por ejemplo, España, llegan personas desesperadas que tan sólo buscan un trabajo y poder vivir y criar a sus hijos en un lugar próspero, es más fácil encontrar una aguja en un pajar que a un español de bien que se niegue a que nuestro país albergue a esas personas. Pero cuando seiscientos subsaharianos entran en avalancha en nuestro país, rociando de cal viva a las fuerzas de seguridad y los políticos miran para otro lado, ahí, como bien sentencia Todorov, el miedo a los bárbaros nos hace bárbaros a nosotros. ¿Y saben qué pasa? Pues que acaba ganando las elecciones del país más democrático de la historia de nuestro planeta un tipo que abandera el proteccionismo como principal argumento y que amenaza con construir un muro entre los Estados Unidos y México.

Hagan un ejercicio de sinceridad y piensen si en estos momentos, tras presenciar lo sucedido en Ceuta hace unos días, no hay muchos más españoles partidarios de un muro que antes. Con la mano en el corazón, respondan con sinceridad a la pregunta: ¿no están sintiendo el miedo a los bárbaros?

El ser humano necesita rigor y orden. La anarquía es una utopía. Los políticos que abren las fronteras sin pudor, que dan sanidad universal a todo el que llega, que le dan una paguita al primero que pone el pie en una de nuestras playas, no acaban de entender que ese buenismo de salón es el germen que alimenta una xenofobia que no existe.

Samir Mahdjoub es un yihadista argelino de 44 años que fue arrestado por la Guardia Civil en España hace unos meses. En ese momento, cuando fue detenido, cobraba 625 euros al mes provenientes de la Renta de Garantía de Ingresos y 250 euros más en concepto de ayuda para el alquiler. En total 875 euros al mes. Antonio, un agricultor de la Sierra Sur de Sevilla al que conocí hace unos días por motivos de trabajo, se cayó de su empacadora y se partió la espalda. Milagrosamente puede andar a duras penas. Antonio llevaba treinta años pagando la cuota de autónomo y le ha quedado una paga de 450 euros al mes. Creo que decir algo más sería estropear el párrafo.

Todorov dejó su Bulgaria natal y marchó a Francia en busca de prosperidad y la vaca Penka hizo lo mismo pero no para estudiar sino buscando algún prado verde en el que alimentarse. Cruzó la frontera entre Bulgaria y Serbia sin que nadie la detuviera. Pero la aventura de Penka acabó cuando un agricultor serbio se dio cuenta de que aquella vaca no decía mu en serbio y mediante el chip de identificación localizó a su propietario, un tal Iván Haralampiev. Pero mira tú por dónde, las autoridades búlgaras han tenido conocimiento de la repatriación vacuna y Penka ha sido considerada como una res importada ilegalmente desde fuera de la Unión Europea y, por tanto, según las leyes, debe ser sacrificada. En Bulgaria piden clemencia para la vaca y es posible que el amor, eso que lo puede todo, la salve del sacrificio porque lleva un polizón dentro; volvió preñada de seis meses. Ahora, las autoridades búlgaras están desconcertadas. Qué mala fortuna la de Penka. Si eso le pasa en España detienen al toro serbio por violación y Pedro Sánchez se la hubiera llevado de mascota a la Moncloa.