En una noche aciaga para todos, la música se encargó a mil kilómetros de distancia del corazón de Las Ramblas de enseñarnos que el mundo sigue, que la vida debe continuar a pesar de aquellos que se empeñan en no dejarnos contribuir a construir entre todos un mundo mejor, sin fronteras ni banderas.
A mil kilómetros de la Plaza de Cataluña, en una noche de homenaje al rock andaluz dentro del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, un grupo mítico se encargaba de enseñarnos que la vida sigue, dedicando parte de su actuación a las víctimas de Barcelona haciendo honor a la tormenta de su nombre, la misma que aquella tarde había turbado el corazón de todo un país por obra de aquellos que se empeñan en no querer convivir en armonía y confraternidad.
Una banda con rayos en las cuerdas de la guitarra y truenos en la batería, que desde San Jerónimo se abrieron al mundo en aquellos fructíferos años setenta donde la música hecha en Sevilla tanto hizo y tan poco se le reconoce.
En la Cartuja, al frescor de una noche de verano, el sueño ante la pesadilla lo puso The Storm, con un directo impresionante, recordándonos que hubo una vez en esa Barcelona de la que ahora todos somos y que llora impotente, donde fueron teloneros de Queen una noche de diciembre en el Palacio de los Deportes, recibiendo incluso el reconocimiento de sus míticos miembros.
Cuarenta y dos años después devolvían el testigo y el mensaje recogido a la inolvidable banda inglesa; a mil kilómetros de distancia y tras la barbarie humana que no atiende a razones, la vida debe continuar. The show must go on....