Beltrán Pérez

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22 nov 2017 / 17:23 h - Actualizado: 22 nov 2017 / 21:57 h.

Son muchos los años que conozco a Beltrán Pérez y durante todos ellos nos hemos profesado una amistad mutua, tanto cuando compartíamos bancada en el Ayuntamiento siendo concejales, como cuando lo hemos hecho en tareas de partido, las agradables y las menos...

Con estas palabras pretendo transmitir dos cuestiones, –una– que puedo pecar de subjetividad precisamente por esa amistad a la que me agarraba al principio, y –dos– en base a esa misma circunstancia sé de lo que escribo por conocer bien la capacidad del titular.

Hace escasos meses lo nombraban portavoz del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla con la obligación de centrarse en una oposición seria, compacta, creíble que fuese capaz de contentar a proios y extraños, ¡ahí es nada!.

Y ahí empezó Beltrán a ser Beltrán, y me explico. Sin mirar más allá del día a día, se aferró a varios de los hábitos importantísimos del profesor S. Covey, el cual decía que para ser una persona altamente efectiva, se tenía que ser proactivo , poner primero lo primero y tener un fin en mente. Tres hábitos muy fáciles de escribir pero de una tremenda complejidad llevar a la práctica.

Sobre su proactividad no hay lugar a dudas, basta ver la acción personal, colectiva o de gestión que desarrolla un día cualquiera, el que sea. Ello le da pie para un segundo hábito necesario, cual es poner primero lo primero. Y –así– lo primero era coordinar el grupo municipal, buscar la unanimidad, el consenso del mismo, y todo ello sin descuidar Sevilla. Una Sevilla que es la base de ese tercer hábito tan necesario como es tener un fin en mente. Su fin y su mente están en Sevilla, como lo demuestra su quehacer diario y sus continuas propuestas.

Hay una gran frase que dice: «El futuro no se desea, se merece», y convencido estoy que Beltrán se merece el futuro, un futuro llamado Sevilla.

Mientras tanto, ¡sé feliz!