-
Joaquín, a su llegada el martes 1 de septiembre al aeropuerto de Sevilla. / Pepo Herrera
Se cerró el mercado de fichajes y Eduardo Maciá logró confeccionar una plantilla que, a priori, debe pelear con garantías por conseguir el objetivo de la permanencia, que no es otro el que pretende el club verdiblanco en el año de su retorno a Primera división.
Hasta nueve caras nuevas tendrá Pepe Mel a sus órdenes esta campaña: Pezzella, Westermann, Tarek, Vargas, Digard, Petros, Joaquín, Van der Vaart y Van Wolfswinkel, a los que hay que añadir el fichaje en propiedad de Piccini, así como los de Portillo y Kadir, que ya estaban pactados en caso de ascenso.
Ahora es tarea del entrenador ensamblar un sólido equipo con los mimbres de los que dispone en la plantilla, en la que se quedan además Vadillo, Kadir y Matilla, que a priori son los que parten con menos posibilidades de jugar, pues los dos primeros han sido descartes de Mel y repescados al no encontrar equipo, y el tercero sale de una grave lesión.
En las dos primeras jornadas solo Pezzella y Vargas, de los nuevos, han gozado de la titularidad, así que es muy pronto para evaluar el rendimiento que pueden ofrecer los fichajes, que necesitan su tiempo de rodaje y adaptación, aunque la mayoría a priori mejoran claramente lo que había el curso anterior (Rodas, Casado, Pacheco, Nono, Chuli...) lo que a decir verdad tampoco era excesivamente complicado.
Pezzella estuvo muy lejos del nivel que debe ofrecer -según quienes bien le conocen- y Vargas mostró conocer de sobra el oficio, aunque aún está lejos de su mejor momento físico, como le ocurre también a Westermann y algún otro (casos de Van der Vaart o el mismo Digard) por no haber podido trabajar a tope en pretemporada.
Maciá ha reforzado el plantel con un buen grupo de jugadores curtidos en mil batallas (Joaquín, Van der Vaart, Vargas, Westermann) que aportarán experiencia y veteranía a un conjunto que mantiene en sus filas a un valor emergente como Dani Ceballos (su inminente renovación quizá sea el mejor fichaje de todos) y a una garantía de gol como Rubén Castro, que contará con la competencia de Molina, Rennella y el recién llegado Ricky van Wolfswinkel.
Joaquín, pese a sus 34 años (los mismos que Rubén Castro, o Aduriz, que se salió en la final de la Supercopa ante el Barça) aún tiene mucho fútbol en sus botas, y puede hacer diabluras en ataque junto a gente de calidad como Van der Vaart, Ceballos, Portillo, Rubén Castro, el recién fichado Ricky o los mismos laterales Piccini y Vargas, que no andan escasos de ella.
El mayor reto de Mel en estos momentos, no obstante, es dotar al equipo de una solidez defensiva de la que, por lo visto hasta ahora, carece. Lo del Bernabéu no debe servir de muestra y también el entrenador, como los jugadores, necesita tiempo para acoplar un bloque con tantas caras nuevas y pulir sistemas que hagan del Betis un equipo incómodo y osado. Mimbres hay para una permanencia holgada, aunque será el balón y el devenir de la temporada quien nos dé o quite la razón, pues no hay que olvidar que en el fondo el fútbol no es más que un juego.