Bien Pepe, bien

El popular chef televisivo ha vuelto a utilizar su fama como altavoz para dar un testimonio muy importante al mundo. No esconde su fe, la canta y la cuenta

28 jul 2018 / 22:05 h - Actualizado: 29 jul 2018 / 11:02 h.
"La Pasión"
  • Bien Pepe, bien

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Dice que jamás se ha emocionado al comer, pero sí al comulgar. Tiene dos estrellas Michelín, es una estrella de la televisión y sigue el camino de la estrella de su fe. Vamos, un cielo. Pepe Rodríguez está considerado uno de los mejores cocineros de España, está casado, dirige el restaurante El Bohío y va a misa todos los domingos. Y presume. Presume de su fe y dice que Dios es el motor de todo. Pepe es hombre familiar, está casado con Mariví y tienen tres hijos, María, Jesús y Manuela. Hace unas horas, en una entrevista, ha vuelto a contar que necesita al Señor en su corazón, que acude con asiduidad al Santuario de la Virgen de la Caridad y que le insiste –con el ejemplo– a su hija de la conveniencia de asistir a misa regularmente, a encontrarse un rato con Dios.

Este chef madrileño, que siendo niño se trasladó a la toledana Illescas, se ha convertido en un referente televisivo en el universo de los fogones a partir del programa Masterchef y su popularidad le ha servido como altavoz para dar un testimonio muy importante al mundo. No sólo no esconde su fe, sino que aprovecha la cocina de la fama para salpimentar su compromiso con Dios y encender la llama de su vida religiosa ante las cámaras.

Pepe Rodríguez acaba de vencerme otra vez. A mí, que no veo un programa de cocina aunque me amarren.

No sé cómo se guisan unos calamares en su tinta, ni tengo la habilidad y el conocimiento necesarios para poner en su punto una dorada a la sal. Tendré que renunciar a provocar que tu paladar salga de fiesta con una carne hecha en su punto y dificilmente podré elaborar un postre que te haga volar en el cielo del placer del buen yantar y el azúcar del pecado.

Pero sí puedo, porque mi corazón así lo siente, ponerme en pie y quitarme el sombrero. Lo hago porque un hombre aprovecha la ocasión que le da su talento para alegrarse en público de su fe y presumir de ella. Lo hago porque Pepe Rodríguez podría callar su latido religioso personal y vivirlo más en el plano privado. Lo hago porque me conmueve y porque me gusta, porque creo que está haciendo un bien inmenso y porque ahora mismo lo que hace Pepe es nadar contracorriente, cocinar sin luz, a oscuras. Eso sí, con el fuego de la fe, que es imposible de apagar.

Bien Pepe, bien. Y gracias. Por la lección y el compromiso. Por la valentía y la sonrisa, por ese orgullo que sientes en el corazón. Por necesitar a Dios y contarlo sin remilgos. Por tomar la bandera de tu creencia católica y ondearla al aire. Gracias por sentirlo, Pepe. Y por contarlo. ¿Sabes qué pienso ahora mismo, querido compañero? Que tus testimonios siempre son para chuparse los dedos.