Hace escasos días los Bomberos de Sevilla salvaron la vida de una persona –en este caso– que quería suicidarse. Y fueron éstos los que jugándose su propia vida lograron salvar una ajena. Y es que tienen que producirse hechos muy notorios como el de la viga de la Ronda Norte para que los ciudadanos de a pie seamos conscientes de la grandísima labor que realizan todos los bomberos en general, y muy particularmente los de la capital de Andalucía.
Porque –en contra de los que muchos piensan– lo que menos hace un bombero es apagar fuegos (si me permite el lector esta expresión), ya que éste es un profesional que además de dedicarse a la extinción de incendios y salvamento, se preocupa y ocupa de todo tipo de siniestros en los que estén en peligro vidas humanas o bienes materiales.
Labores fundamentales que están a la orden del día, tales como la excarcelación en accidentes (fundamentalmente de tráfico), rescates verticales, acuáticos, emergencias que estén relacionadas con mercancías peligrosas, derrumbamiento y búsqueda de personas que han quedado sepultadas, y otras muchas más acciones que –por la rutina diaria– se nos pasa por alto a la mayoría.
Por ello es de justicia, pero también de agrado, reconocer la labor que este cuerpo realiza, y que sólo somos conscientes cuando alguna acción llama la atención por ser noticia periodística. Es bueno –de vez en cuando– resaltar que directa o indirectamente salvan muchas vidas, de igual manera que (desgraciadamente) muchos bomberos la pierden cumpliendo con su obligación, pero sobre todo la pierden intentando salvar la de los demás.
Bomberos, ¡GRACIAS con mayúsculas!
Mientras tanto, ¡sé feliz! ~