Ando meditando sobre las soluciones contundentes y hay algo que no encajo. Si posiblemente cierren un sector de un estadio de fútbol sevillano por los insultos de una parte del público a una afición rival o a la madre de un futbolista, ¿cómo es que no se cierra una cuenta de la red social de un sujeto que insulta a tu madre, a tu padre, a tus hermanos y a tus muertos?
Es magnifico que se fomente la buena convivencia en los estadios de fútbol con la intención de mostrarle a los más jóvenes las maneras correctas de vivir en sociedad dentro de los recintos deportivos, pero además hay que tener muy claro que donde realmente habitan es en un universo ficticio que se llama internet. No seré yo quien defienda a las personas que han insultado a la afición malaguista o a la madre de Sergio Ramos porque no tienen defensa. Es más, que les caiga todo lo que les tenga que caer. Todo. Pero que alguien mire más allá. Y, de paso, que nos explique un poco mejor aquello tan manido de la libertad de expresión. ¿Tiene que haber más libertad en Twitter que en Nervión o en Heliópolis? ¿Es acaso Facebook un espacio más justo que cualquier campo de fútbol?
Existe un vacío, un hueco, un abismo en un sólo click. Estamos obligados a pedirle a los legisladores que se pongan a trabajar. Esta sociedad ha hecho de las redes su propia casa y en la casa de todos se está colando la escoria. En todos los hogares empieza a propagarse la enfermedad, la epidemia.
¿Por qué no se castiga a los responsables? ¿Por qué no una medida temporal de cierre de cuenta? No podemos debatir los límites de la libertad de expresión mientras una parte la pisotea. Hay mucho inocente sufriendo en el corazón la daga del odio. Y todo por esa necesidad de notoriedad que no logran conseguir algunos por sí mismos. Se apoyan en el insulto, juegan a ser relevantes y manosean la porquería escondidos en la trinchera de la poca vergüenza. No dan la cara. Mientras tanto, la ley lo permite. Les llaman hienas pero son peores. Al menos las hienas realizan a diario una importante tarea medioambiental completamente necesaria.
Estamos obligados a sentir compasión por esas personas, es cierto, pero es que también necesitamos el abrigo de la ley. Todos tenemos madre, corazón y sentimientos. Además de gradas, cerremos más cuentas en las redes sociales. Por higiene, por lógica. Por favor.