Al final el cantaor Perrate de Utrera, que falleció en 1992, tendrá su monumento en su pueblo natal y la plaza donde nació llevará su nombre. Era de justicia, aunque es triste que haya que formar tanto para reconocer el arte de un vecino tan ilustre y que incluso los partidos políticos utilicen algo así de manera poco decente. Si no se mueve su nieto Gaspar Vargas llevando el asunto a las redes sociales no se hubiera conseguido nada. Utrera ha dado tantos artistas flamencos y no flamencos, que sus plazas deberían estar llenas de bronce, y tampoco es eso. Enrique Montoya, Fernanda y Bernarda y Bambino son algunos de los artistas que tienen ese reconocimiento. Y ahora lo tendrá Perrate, el mejor cantaor de Utrera, el más jondo y personal. Un humilde sillero gitano que tuvo que cantarle mucho a los señoritos para dar de comer a su numerosa prole y a su mujer, una de las cinco niñas que dejó Manuel Torres, el genio gitano de Jerez. Perrate era la humildad personificada y todo esto le hubiera venido grande. Pero una vez logrado, bienvenido sea el bronce. ~