¡Buenos días!

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27 jul 2018 / 23:00 h - Actualizado: 27 jul 2018 / 23:00 h.

Cuántas ilusiones y fantasías nos creábamos de niños donde todo parecía magnificarse y, como Quijotes de pantalón corto, veíamos gigantes y dragones por todas partes! ¡Qué ansias se apoderaban de nosotros por descubrir nuevos mundos, conquistar nuevas plazas donde poder luego contar una historia fantástica! Poco a poco nos íbamos acercando a esos lugares donde, por limitación de nuestros padres, no nos atrevíamos a llegar, pero que un día alcanzabas a ver y estabas deseando seguir avanzando. Yo primero jugaba en la plaza del barrio, luego en las barriadas cercanas hasta que un día me aproximé, tentado por unos amigos, al centro sin permiso, y como me remordía la conciencia, con los cinco durillos que llevaba en el bolsillo, pasé por la Basílica y compré una estampa de la Esperanza a mi madre para que no me riñera, y cómo no, la Virgen me salvó de un castigo y, a partir de entonces, ya me dejo ir siempre que me apeteciera a verla. ¡Cuántas noches de sábanas hasta la cabeza porque no te fiabas de que el momo te viera despierto! ¡Cuántas noches de almohada esperando al señor Pérez, el ratón que se coló en nuestra habitación tantas veces como dientes teníamos en la boca! ¡Cuántos sueños fantásticos donde volabas como Superman, combatías como Dartacan o viajabas como Wilifog! Son las 2 de la madrugada y hoy soy yo el que está esperando a que llegue el señor Pérez para dejarle su regalito a mi hijo. Ojalá nunca deje de venir a casa porque su niñez es el tesoro más grande que tengo. Buenas noches. Hazme un favor, sé feliz.