¡Buenos días!

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11 nov 2017 / 07:00 h - Actualizado: 10 nov 2017 / 23:31 h.
  • ¡Buenos días!

La ciudad despierta cada vez más fría y el calor del hogar se hace aún más necesario. Pronto estaremos inmersos en el invierno que llega sigiloso y se nos va metiendo por los huesos. La calefacción, los abrigos, la copita, las comidas calientes, etc., harán que entremos en temperatura. Cambiaremos de acera por buscar ese rayo de sol tímido pero eficaz que nos hace estremecer y el frío en los pies no se quitará en todo el día, pero sabemos que la camilla nos aguarda para ponerlos encima del brasero. Ésta es la historia de cada año, pero hay otra historia en la ciudad que a la par de nosotros, como refugio utilizan los habitáculos de los cajeros. Como mantas y cama unos cuantos cartones que durante el día han recogido por la ciudad. Sus únicos vehículos, un carro de supermercado donde todo lo que poseen lo pasean noche y día por la ciudad que, como náufragos de la vida, no llevan más rumbo que el que incierto destino y mendigar pan. Los refugios a todos sus problemas algunos lo encuentran en un brick de vino peleón, porque, como me dijo ayer Manuel con la mirada perdida en lágrimas, es lo único que le mantiene por olvidar la muerte de su hija, la falta de trabajo, el desahucio de su casa y el abandono de su mujer. ¡No llamarlos borrachos, ni escoria! ¡No seamos imbéciles! Detrás de cada uno de ellos hay una vida y en muchos casos ni el dinero ni la comida es la cura de sus almas, simplemente necesitan hablar con alguien porque todos somos hijos de Dios. Hazme un favor, sé feliz.