Hoy es uno de esos días que la ciudad rezuma una alegría especial colmada de sentimiento nostálgico e infantil por sus calles. Hace unas horas los pies de la Inmaculada se llenaban de flores en la plaza del Triunfo y Sevilla entera se echa a la calle para buscar la pureza de María. Niños abrigados con sus bufandas y abrigos buscarán serrín, musgo y alguna figurita por los puestecillos de la feria del Belén, junto a la Catedral. Los más golosos daremos una vueltecita por el Alcázar y nos traeremos las alforjas llenas de mazapanes y huesos de santo elaborado por nuestras monjitas. Todo es ya Navidad, decía mi abuelo: «En la Purísima, turrón y aguardiente, pero siempre con tu gente». Comienza el mes de la familia, de aquellos encuentros casi anuales donde la excusa para encontrarse es el nacimiento de Dios. Nuestros ojos brillan en estos día de forma especial, mes de la nostalgia. Buscaremos esa ruta donde el tío de las castañas no se ha movido en siglos, las panderetas y los belenes de Pichardo siguen en el escaparate y las luces aunque hayan cambiado de formas siguen siendo el paisaje más evocador de otros tiempos. Hoy pondremos nuestro belén como manda la tradición, y visitaremos algunos que ya están dispuestos en su cita anual. Yo, como cada año, al que no falto es al más visitado belén viviente de Sevilla organizado por la Hermandad de la Soledad de Alcalá del Río en su casco antiguo con más de 400 participantes, no se lo pierdan, un espectáculo. Hazme un favor, sé feliz.