Las culpas son de otro pero ¿donde está la ética de cada uno? La indignante situación vivida durante el viacrucis del Señor de la Sentencia mientras transcurría por las calles del barrio no es problema tan solo de orden público, que puede que algo se hubiera evitado, es un problema que va mas allá de lo trascendental o de educación. Vaya por delante mi más absoluta repulsa a cualquier tipo de abuso sexual, maltrato o violencia de género y que me solidarizo totalmente con la manifestación de esa mujeres, pero para todo situación hay un límite. Reitero que quizás las fuerzas de orden en estos momentos donde la seguridad tanto nos está asustando y que las premisas dadas por el consistorio para los días de máxima afluencia serán tan restrictivas, podrían haber sido más eficiente pero lo sucedido va mas allá. En el interior de cada uno habita la conciencia y el respeto. Un gran número de personas tras una lona que decía “Vecinas, en Sevilla nos violan” pedían respeto por sus propias vidas, gritaban justicia, protección, ayuda... sin embargo al otro lado de esa lona una manifestación pública de fe donde miles de personas acudían en busca del Señor para gritar en silencio quizás lo mismo que ellas, además de pedir por enfermedad, situaciones personales, etc. No estuvo bien crear un altercado aprovechando la situación y menos contra la hermandad a la que muchas de esos vecinos acuden a menudo en busca de la acción social para atender sus necesidades. Que el Señor las proteja. Hazme un favor, sé feliz.