Cuando esté este periódico en tus manos es muy posible que la Virgen del Rocío siga pisando las arenas almonteñas. Tras el rosario y a la llegada del Simpecado de la hermandad Matriz al Santuario se cumplió con la tradición y los almonteños saltaron la reja en busca de su Madre y el divino pastorcito. Ellos son la verdad y el camino, el Rocío es el milagro que cada año devuelve la visita a todos los que llegaron por que decir Rocío no es sólo una romería, no son los momentos de un camino, ni siquiera son los vivas a la Virgen, el Rocío es el milagro de todos los días en nuestras vidas, la realidad divina de una fe. A estas horas los ojos estarán resecos de lágrimas, las gargantas incapaces de la voz y nuestras almas ante Ella serán ese pocito de la Virgen de Muñoz y Pabón, siempre manando cariño y la Virgen con una sonrisa apuntada siempre escuchando nuestras peticiones. La mañana es un exvoto de dimensiones desmesuradas donde cada una de las miradas lleva inscrita una historia. Hoy mismo volverán muchas hermandades a sus lugares de origen, desandarán los caminos que poco a poco irán borrándose por el solano. Los pinos mudos testigos de mil y una historias seguirán soñando de nuevo en ver a las carretas por el corazón de Doñana. Faltará algo más de un año para ello, pero son sabedores que una vez que las carretas vuelvan el año que viene, la misma madre del Rocio y su hijo vendrán por esas veredas como pastores de un rebaño de almas camino de Almonte como cada año manda la tradición. Hazme un favor, sé feliz.