¡Buenos días!

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19 ene 2018 / 18:01 h - Actualizado: 19 ene 2018 / 21:14 h.
  • ¡Buenos días!

A tempranas horas del día de ayer el alma de Pepe Garduño llegó las puertas del paraíso. Se puso en la lenta cola donde San Pedro te pone alas, pero rápidamente unos ángeles lo cambiaron a esa otra donde los macarenos no esperan, entran sin preguntar. «Pasa Pepe pasa. Ahí tienes a tu Madre, la Estrella de la Mañana». La Virgen con pelo suelto y unas enaguas de seda se miraba al espejo esperando a que él viniera. No daba crédito porque al volverle la mirada vio que la Virgen era idéntica a la Esperanza. –«A qué debo Madre tan honrosa bienvenida, que hasta su alcoba me traen y le encuentro así vestida». –«Te estaba esperando Pepe pasa y ponme las horquillas, que hoy quiero estar guapa como me pones en San Jacinto, la Macarena o Castilla. Acércate, que esta será tu vida y tus manos serán mis manos como ya lo hacías cuando subido en el paso, en el camarín o la salita me llenabas de encajes poniendo cerco a mi sonrisa». –«Perdóneme Madre pero es que la emoción me turba y mis manos son incapaces de acercarse a las suyas». –«Cómo vas a decir eso, si llevas toda la vida poniéndome las sayas, encajes de dinastías, mariquillas en el pecho, puñales y platería, rosarios de blancas perlas, fajines de infantería, tocas de sobremanto, broches de joyería, azucenas en mis manos y rosas de fantasía. Como vas a decir eso, Pepe, si soy la misma de Sevilla a la que hablabas a los ojos y el entrecejo te respondía. Acércate y no te muevas de mi vera, que para ellos soy María y para ti la Macarena».

Hazme un favor sé feliz.