Cuando la Señá Santa Ana cantaba la nana a su nietecillo, como le sonreiría y se dormiría el dulce chiquillo». ¿Dónde se fueron los brazos de nuestra abuela y su cariño desmesurado en cada momento? Hoy recordamos a Santa Ana la madre de la Virgen, la abuela de Dios y de todos nosotros. Desde la centenaria torre de la catedral trianera las nanas a modo de gozo resuenan para anunciar el día y mientras, en el palacio de las Dueñas, hoy también suenan campanas por el nacimiento de un niño engendrado en el vientre de la confitera trianera Ana Ruiz en 1875, que no es otro que Antonio Machado. «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero». Fue el más joven representante de la Generación del 98. De familia acomodada y hermano de otros seis, obtuvo formación entre España y Francia. Sus ideales muy comprometidos y liberales le hicieron exiliarse con su madre a Colliure en los años de la República, por miedo al fatal desenlace ante la situación. Gerardo Diego llegó a definirlo como aquel que «hablaba en verso y vivía en poesía». Una descripción muy ajustada a la identidad del poeta. Contrajo matrimonio con la joven Soriana Leonor Izquierdo la cual murió de tuberculosos tres años después. Obras poéticas como Soledades o Campos de Castilla. Obras de Teatro que compartía muchas de ellas con su hermano Manuel, Desdichas de la fortuna o Juanito Valcárcel o epístolas muy críticas con la situación. Murió el Miércoles de Ceniza de 1939.
Hazme un favor, sé feliz.