¡Buenos días!

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31 ago 2018 / 22:00 h - Actualizado: 31 ago 2018 / 22:00 h.

La luz hoy penetra con más fuerza que nunca a través de la linterna del coro que tras el viejo órgano se abre paso entre sus tubos. La mañana inquieta quiso despertar más temprano que la aurora por ser ella la primera en encontrarse contigo. Las flores que te perfuman rezuman en lágrimas de rocío la venida del nuevo día en tu silueta de niña, la flor del almendro siente envidia de las de tu sombrero por ser ellas quienes acarician tu pelo. El ganado que dulcemente dormía a tus plantas poco a poco se acerca a Ti para ser mimados por tus frágiles manos. Hasta el río Guadalquivir remonta sus aguas por su afluente y para el tiempo en la escena. Tras las puerta de tu morada el pueblo duerme el letargo de una noche de emoción, no encuentran el momento en el que las manecillas del reloj marquen la hora exacta de encontrarse contigo y Tú ya esperas impaciente nuestra llegada. Tan pura y limpia eres Señora que no necesitas altares de oro, ni joyas, ni pedrería para que nadie venga a rezarte, para ti no hay mayor retablo que tu propio pueblo, no hay mejor peana que aquella que las flores y tu rebaño te ofrecen y no hay más amparo que el tener cerca a tu Hijo, Pastor de los hombres. Que se abran las puertas del Paraíso que son las mismas de tu casa, la que un día todos tendremos en el cielo de tu mirada. No me pidas que no llore, ni que pierda la razón si eres el ancla de mi vida y el manantial de mi devoción. Siempre la misma pregunta, ¿qué tienes Madre que cuanto más sencilla más Divina y cuanto más Divina más Amada? Hazme un favor, sé feliz.