¡Buenos días!

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23 jul 2018 / 22:31 h - Actualizado: 23 jul 2018 / 22:32 h.
  • ¡Buenos días!

Con algunas preguntas de tus hijos te empiezas a dar cuenta de la edad que tienes y de lo que echas de menos ciertas cosas en tu vida. Caminando por el paseo de los Boliches en Fuengirola nos encontramos con un bonito monumento dedicado a la peseta. La pregunta fue fulminante: «Papá, ¿qué es la peseta?». En ese momento parecía que el vacío se hacía a mi alrededor, mi memoria retrocedía como en las películas y me encontraba con la misma edad que ellos en Sanlúcar de Barrameda con un duro en mi mano en la plaza del Cabildo dispuesto a comprar chuches para irnos a la playa. La peseta era nuestra moneda, la de toda la vida, con la que teníamos tanta confianza que no se le llamaba jamás por su nombre. No existían los céntimos habían reales, perras gordas y chicas. La suma de cinco rubias (pesetas) eran un duro o un pelote y cuando sumabas más de cinco duros ya eran pavos, diez pavos, veinte pavos, si ibas de sobrado se transformaban en pelas, quinientas pelas, mil pelas, y ya si sumábamos miles se hablaba de talegos. Tantas formas de llamar a lo mismo la da la confianza que desde 1868 se fraguó donde por decreto del gobierno se unificó la moneda con un anverso donde se leería «Gobierno Provisional», casualidades de la vida, como el actual de España. La peseta encierra en sus pequeñas dimensiones, la historia, la política, la religión, la economía y el arte del instante en el que se acuñó. Las últimas se acuñaron en 2001 y desde entonces el euro ocupa su trono. Hazme un favor, sé feliz