Mientras medio mundo está conmocionado con el desplome de la bolsa en Wall Street, los ciudadanos de a pie de la única bolsa que entendemos es de aquella que te toca subir del supermercado o esas otras de basura que bajas en guatines a horas indecentes. Estoy seguro que tú como muchos no sabes ni a cuánto está la gasolina porque tu coche siempre anda con 20 euritos y eso es lo que hay. Curiosamente antes que se ganaba menos, y me refiero a antes de antes, cuando éramos una España normal, no existían estas ofertas tan descomunales. Comprábamos vienas o bollos y eso duraba todo el día, ahora vas a la panadería y además de volverte loco con los mil tipos de panes te llevas con un euro seis piezas que a las 9.00 huele a pan y a las 14.00 sabe a chicle Bang- Bang. Y así con todo, vamos olvidando cada vez más buscar la calidad de las cosas porque con el truco de la estampita nos cambian la merluza por panga o el zumo natural por aguachirri en polvo. Las producciones artesanas se han convertido ahora en lo que llaman gourmet, manda narices. Hace unos días, curioseando por la citada sección de un famoso centro comercial no daba crédito a lo que veía. Como un artículo de lujo, de esos que se encuentran sólo en ocultos yacimientos, vendían espárragos trigueros a precio de oro. Hay que potenciar más los productos de verdad y dejar tantos elementos químicos que te engordan a un pollo en dos días y cuando lo pones en el horno tienen menos carne que un pajarito de casa Ruperto. Hazme un favor, sé feliz.