Busco socio capitalista

Un estudio del sindicato CSIF asegura que nueve de cada diez profesores han convivido con situaciones de violencia en las aulas, y que el 75 por ciento confiesa que tiene «muy poca o ninguna autoridad»

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13 ene 2018 / 17:15 h - Actualizado: 13 ene 2018 / 17:15 h.
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Si yo tuviera dinero, lo invertiría en montar un colegio. Ni un coche ni un chalé ni una maravillosa tienda de antigüedades. Me compraría una escuela. Un centro de enseñanza donde mandaran quienes tienen preparación y aptitudes para enseñar y los alumnos fueran conscientes de su suerte por la oportunidad de recibir una educación. No la oportunidad de triunfar en una profesión y de labrarse un futuro próspero, que también, sino la fortuna del descubrimiento, de que les regalen el saber, de que les abran los ojos a las maravillas del conocimiento, a la curiosidad, a las dudas, al pensamiento crítico. Al «dolor de la lucidez» (recomendación encarecida del discurso de Federico Luppi en la película Lugares comunes). En serio, yo invertiría en un colegio con la seguridad de que el rédito sería inmenso.

Peleas, insultos, vejaciones, vandalismo, destrozos de material escolar, violencia psicológica, amenazas del alumnado y de sus familias, faltas de respeto y enfrentamientos son las situaciones que describen los profesores españoles encuestados para el informe que acaba de presentar el sindicato CSIF y que concluye que nueve de cada diez docentes españoles han convivido con algún tipo de violencia durante el desarrollo de su trabajo y que más del 75 por ciento de los encuestados admiten que tienen «muy poca o ninguna autoridad». Qué buen ambiente.

En una entrevista que he leído a propósito del informe, un profesor reconoce que es normal que los alumnos griten y falten al respeto a sus profesores porque sus padres también lo hacen. Paren que me bajo. La última vez que asistí a una reunión de padres, hace ya algunos años, tuve que decirle al profesor de mi hija que no diera tantas explicaciones, porque muchos padres opinaban con demasiada vehemencia hasta de los contenidos de los exámenes que había puesto. Lo atribuí al carácter bondadoso de este señor, pero veo que la cosa se ha generalizado.

No me cabe duda ninguna: si un profesor asegura que no tiene autoridad es que no está capacitado para enseñar. ¡Y dice que son el 75 por ciento! Habría que hacer urgentemente una nueva encuesta en profundidad y con todas las garantías, aunque no dudo del rigor del estudio del CSIF, porque si esto no es de máxima gravedad que venga Luppi y lo vea. Propongo una bárbara distopía, que es un término muy de moda: a partir de cierta edad, un colegio para los que desean aprender y valoran y respetan la autoridad de los profesores y otro para los que prefieren perder el tiempo en otras cosas. El resultado sería una sociedad perversa, un futuro imprevisible de desigualdad y tensiones, pero es que si no hacemos algo lo que nos espera no parece mejor.

Los informativos han ofrecido reiteradamente la imagen de un niño chino de ocho años pobre, muy pobre, que llegaba al colegio con el pelo y las cejas completamente congelados después de caminar varios kilómetros a nueve grados bajo cero para poder llegar a su escuela en una remota zona montañosa del sur del país. Al profesor del chiquillo se le ocurrió tomarle una foto y las redes sociales hicieron el resto, con el resultado de que la familia, que vive en una choza de barro y paja, ha recibido varios miles de dólares en donaciones para aliviar la precariedad en que viven. Al parecer, a ese niñito chino, tan pequeño, no le cabe ninguna duda de quién ostenta la autoridad en su clase, ni de que acudir cada día a la escuela es lo mejor de su dura existencia. A ver si vamos a tener que volver a pasar necesidades para librarnos de este embrutecimiento que nos va invadiendo como una enfermedad. Porque el resultado de este estudio sí que nos deja verdaderamente helados.

Repito: busco socio capitalista. El negocio tiene garantizada la rentabilidad.