Calabazas contra santidad

Image
30 oct 2016 / 00:01 h - Actualizado: 30 oct 2016 / 00:16 h.
"Halloween"

TAGS:

Fieles a nuestra tendencia natural a estirar las fiestas todo lo que den de sí hasta el cansancio extremo, este año vamos a celebrar el puente de Halloween por todo lo alto. Todavía hay quien protesta porque hemos importado esta fiesta pagana de los americanos teniendo las nuestras propias, mucho más bonitas y más auténticas que este carnaval terrorífico empeñado en que nos tomemos a risa el miedo, algo no tan difícil por lo que se ve. Diversas diócesis de toda la geografía española ya están en la labor de forma diligente: envían manuales y recomendaciones a colegios, parroquias y asociaciones cristianas en los que proponen una alternativa a la fiesta americana para recuperar el significado y el valor de nuestra fiesta de Todos los Santos. Holywins lo han llamado, aprovechando un juego de palabras que en inglés viene a decir la santidad gana. Que ya puestos tendrían que haberlo nombrado en latín, toma reivindicación.

Bueno, pues lo que proponen las autoridades católicas es que los niños se disfracen de santos, vírgenes, monjas y religiosos, que ellos aseguran que es mucho más bonito que vestirse de monstruo. He visto en un periódico a un crío de un colegio de Cáceres vestido de Papa que todavía tengo los pelos como escarpias. Pues no que iba el chiquillo con su pedazo de mitra y un anillo gigante dándoselo a besar a todo el que se le acercaba... Escalofriante, de veras, y eso sin entrar en detalles del terrible martirologio representado por muchos de sus compañeros.

Menuda tontería. Combatir Halloween con Holywin. Calabazas contra santidad. Ni que nuestra religión no la hubiéramos importado, y de bien lejos. Aunque los niños se van a divertir se vistan de lo que se vistan, eso es verdad, y en definitiva seguramente se disfrazarán de San Francisco de Asís (qué bonito) en el colegio y luego de Drácula en la fiesta del barrio, para qué elegir si pueden festejar dos veces. Total, con lo largo que es el puente.

Halloween despierta mi interés por eso que digo de tomarse a broma el miedo, con lo serio que es. No puedo entender el sentido de divertirse a base de sustos, nunca me ha gustado que me los den pero tampoco darlos, no le veo la gracia. Me resulta profundamente desagradable contemplar la angustia de una persona a la que están gastando una broma macabra. ¿Cuál es el mecanismo por el que pasar miedo se convierte en una experiencia divertida? Los psicólogos coinciden en que los aficionados al terror experimentan una hiperactivación física, es decir, una liberación de adrenalina y dopamina que les produce una placentera sensación de euforia, no miedo de verdad. A menudo se considera que tal afición proporciona un modo de entretenimiento violento socialmente aceptado, una simulación de situaciones que de otro modo resultan inadmisibles. A mí Halloween sí, pero la adrenalina prefiero liberarla paseando en bicicleta.

Así que ya este fin de semana tenemos monstruos hasta en la sopa, pero no olviden lo que hemos dicho de la simulación, no se trata de sentir ni de provocar miedo de verdad, sólo de que lo parezca. A ser posible aléjense de los disfraces de payasos diabólicos, esos que unos cuantos imbéciles con un macabro sentido del humor están usando para asustar a la gente en sus quehaceres cotidianos y que han causado ya más de una desgracia. En algunas ciudades de Estados Unidos hasta los han prohibido. Y en caso de duda, busquen un disfraz de santo y celebren Halloween como dios manda, la cuestión es celebrar.

Fieles a nuestra tendencia natural a estirar las fiestas todo lo que den de sí hasta el cansancio extremo, este año vamos a celebrar el puente de Halloween por todo lo alto. Todavía hay quien protesta porque hemos importado esta fiesta pagana de los americanos teniendo las nuestras propias, mucho más bonitas y más auténticas que este carnaval terrorífico empeñado en que nos tomemos a risa el miedo, algo no tan difícil por lo que se ve. Diversas diócesis de toda la geografía española ya están en la labor de forma diligente: envían manuales y recomendaciones a colegios, parroquias y asociaciones cristianas en los que proponen una alternativa a la fiesta americana para recuperar el significado y el valor de nuestra fiesta de Todos los Santos. Holywins lo han llamado, aprovechando un juego de palabras que en inglés viene a decir la santidad gana. Que ya puestos tendrían que haberlo nombrado en latín, toma reivindicación.

Bueno, pues lo que proponen las autoridades católicas es que los niños se disfracen de santos, vírgenes, monjas y religiosos, que ellos aseguran que es mucho más bonito que vestirse de monstruo. He visto en un periódico a un crío de un colegio de Cáceres vestido de Papa que todavía tengo los pelos como escarpias. Pues no que iba el chiquillo con su pedazo de mitra y un anillo gigante dándoselo a besar a todo el que se le acercaba... Escalofriante, de veras, y eso sin entrar en detalles del terrible martirologio representado por muchos de sus compañeros.

Menuda tontería. Combatir Halloween con Holywin. Calabazas contra santidad. Ni que nuestra religión no la hubiéramos importado, y de bien lejos. Aunque los niños se van a divertir se vistan de lo que se vistan, eso es verdad, y en definitiva seguramente se disfrazarán de San Francisco de Asís (qué bonito) en el colegio y luego de Drácula en la fiesta del barrio, para qué elegir si pueden festejar dos veces. Total, con lo largo que es el puente.

Halloween despierta mi interés por eso que digo de tomarse a broma el miedo, con lo serio que es. No puedo entender el sentido de divertirse a base de sustos, nunca me ha gustado que me los den pero tampoco darlos, no le veo la gracia. Me resulta profundamente desagradable contemplar la angustia de una persona a la que están gastando una broma macabra. ¿Cuál es el mecanismo por el que pasar miedo se convierte en una experiencia divertida? Los psicólogos coinciden en que los aficionados al terror experimentan una hiperactivación física, es decir, una liberación de adrenalina y dopamina que les produce una placentera sensación de euforia, no miedo de verdad. A menudo se considera que tal afición proporciona un modo de entretenimiento violento socialmente aceptado, una simulación de situaciones que de otro modo resultan inadmisibles. A mí Halloween sí, pero la adrenalina prefiero liberarla paseando en bicicleta.

Así que ya este fin de semana tenemos monstruos hasta en la sopa, pero no olviden lo que hemos dicho de la simulación, no se trata de sentir ni de provocar miedo de verdad, sólo de que lo parezca. A ser posible aléjense de los disfraces de payasos diabólicos, esos que unos cuantos imbéciles con un macabro sentido del humor están usando para asustar a la gente en sus quehaceres cotidianos y que han causado ya más de una desgracia. En algunas ciudades de Estados Unidos hasta los han prohibido. Y en caso de duda, busquen un disfraz de santo y celebren Halloween como dios manda, la cuestión es celebrar.