A la periodista Samanta Villar le están dando la del pulpo por haber dicho en una entrevista, tras ser madre de gemelos, que «tener hijos te quita calidad de vida». Y, claro, entre los amantes de la maternidad ideal se ha formado la de Dios. Pues que quieren que les diga. Yo creo que tiene razón, oiga.
Un servidor ha sido padre de mellizos hace ocho meses y la vida que llevo ahora no se asemeja a nada de lo anteriormente conocido. Duermo menos que un búho con problemas de hipoteca y absolutamente todo mi tiempo libre es para los críos. Es evidente que mi calidad de la vida de soltero no es comparable a la de padre. El matiz no es perder calidad de vida con la maternidad, eso es algo evidente, si por calidad de vida entendemos levantarnos a la hora que nos dé la gana, dormir la siesta, ir al fútbol, salir de copas, etc. Eso se acaba con los hijos.
El matiz está en si uno es capaz de asumir esa pérdida de calidad de vida. En mi caso sí. Pese a la paliza de ser padre de mellizos lo repetiría mil veces si fuera necesario. A mi mujer y a mí nos compensa infinitamente perder esa calidad de vida porque hemos ganado otras cosas preciosas. Pero entiendo que haya gente que no lo vea así.
La maternidad/paternidad es algo duro, muy duro. Y quizás sea hora de que haya gente que tenga el valor de decir que no todo es tan bonito. Está bien que haya gente que nos hable claro de su experiencia. Quizás así algunos se lo piensen antes de tener hijos. Que es mejor no tenerlos que mal tenerlos.