Calle Paco Gandía

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06 abr 2018 / 19:55 h - Actualizado: 06 abr 2018 / 22:29 h.

Gracias a la ley de Memoria Histórica, el callejero de Sevilla ha permitido que el recordado humorista Paco Gandía tenga desde el pasado jueves, una calle con su nombre. Doce años tras su fallecimiento han tenido que pasar para que a este narrador de lo cotidiano, gran aficionado a los toros, tosco, elegante, perfectamente peinado y sevillista de categoría, el Ayuntamiento le reconozca como merece. Gandía fue miembro de la triada de la risa junto a Josele y Da Rosa y primer monologuista de casos verídicos, quien nutrió su microcosmos de guisopos, entierros, garbanzos y opaítoquevialargá en el eje que enlaza San Juan de la Palma con San Martín; la calle Viriato donde nació y creció riéndose de la dificultad, el hambre y las penurias. Allá donde le llamaban acudía, imperturbable sobre el escenario y mínima expresión en sus gestos, con su guasa seria y su socarronería cervantina a burlarse de las miserias de la vida a golpe de carcajadas; la notaría de Don Manuel Centeno Ostos en la calle Gravina 29, nuestro tío Serafín, el avión de mármol, las lustrosas moscas de Casa Marciano o la cara descolgá como el Compostela en la tabla. Hizo de la metáfora y la hipérbole su seña de identidad y ahora ocupa el sitio en el nomenclátor sevillano de Sebastián Recasens Méndez–Queipo de Llano, un aviador que durante la Guerra Civil se alió con el bando franquista colaborando en diversas operaciones sobre la zona republicana. A Paco le debemos como mínimo una calle y el reconocimiento de combatir en el mejor bando, el de la alegría, ésa que según Mario Benedetti había que defender como una trinchera