Todo el mundo se queja con facilidad de que sufre estrés. Esto se debe probablemente a que hemos bajado nuestro nivel de tolerancia a la frustración y por eso cualquier cosa nos sobrepasa. El esfuerzo y la dificultad con los que convivían nuestros padres se han convertido hoy en algo a evitar. Vivir, en el sentido de construir y conseguir objetivos, forma parte de la naturaleza humana y requiere esfuerzo. El estrés permanente daña, pero el estrés a corto plazo suele ser bueno porque nos hace resolver los problemas que nos preocupan. Cuando consigues lo que quieres lo consideras un triunfo que se suele acompañar de una sensación de logro, placer y alegría. Normalmente, los estresores, cada uno tenemos aquellos a los que somos más sensibles, nos sobrepasan tanto mental como físicamente, llegando a afectar a las funciones cerebrales. Los datos científicos indican que el estrés y la ansiedad no controlada, en personas predispuestas, aumentan un 50% el riesgo de sufrir un ataque cerebral o al corazón, además de disminuir la densidad ósea, reducir la capacidad regenerativa de la piel, disminuir las funciones inmunes, aumentar los niveles de azúcar en sangre, o producir un aumento de la grasa abdominal. El estrés mental parece acortar los telómeros, aumentando la velocidad de destrucción de nuestro DNA como si hubiéramos envejecido físicamente al menos diez años. A corto plazo, el estrés persistente hace que nos cuidemos menos, especialmente en los hábitos de comida y en la actividad física. La mejor forma de atacar al estrés es tener tiempo para manejarlo y descansar bien por las noches. No olvide que la cama es para dormir. Y un cerebro tranquilo y calmado es un cerebro más sano y eficaz, que logrará un mejor balance hormonal modulando las endorfinas. Apueste por un cerebro tranquilo y logrará un cerebro mejor.