Cambios

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26 may 2017 / 23:22 h - Actualizado: 26 may 2017 / 23:22 h.

Aunque no tanto como en la Plaza Nueva, también hacía calorcillo en aquella Feria del Libro de Sevilla que se montaba antaño en el Parque de María Luisa, y de la que recuerdo dos cosas: las virutillas de los árboles, cayendo despacito sobre los ejemplares relucientes resguardados del sol por el encaje de sombras que brinda allí la enramada; y al ínclito José María de Mena sentado en una caseta, detrás de un plato de papas fritas ya en las últimas, esperando disciplinadamente a que llegara alguien para firmarle un libro. Más que ahora, Sevilla era por aquellos días una ciudad abarcable y provinciana que acompasaba su vitalidad a sus ritos cíclicos, ajena por completo a los vaivenes del mundo. No había ni por asomo la ingente cantidad de actividades culturales que hay hoy por doquier, y los bachilleres se preguntaban en los cafés a qué sabría la celebérrima manteca de cacahuetes, en qué siglo vendría a actuar algún artista de renombre internacional y cómo sería asistir a una ópera. A partir del 92, todo eso cambió hasta llegar al derroche actual: anteayer estuvo Jude Law en la Feria del Libro, hoy es el concierto de Ricky Martin, se acaba de presentar La Bohème en el Maestranza y hay no menos de seiscientas tiendas gourmet en las que vendan cualquier bote susceptible de aparecer en la mesa del desayuno de una familia de Oklahoma y donde pueda meter el dedo un cretino en una teleserie americana. Lo que no hay son librerías ni cafés, con las heroicas excepciones por todos conocidas. Era bonita aquella Feria del Libro. Hoy, a nadie se le ocurriría ponerle un plato de papas a un autor que firma sus libros. Comer papas se ha vuelto muy cutre.

Marte Rodrigor labzgadoo.