Cárceles de papel y de verdad

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11 dic 2017 / 21:58 h - Actualizado: 11 dic 2017 / 21:58 h.
"Hispalíneas"

Días atrás los periódicos han abundado en noticias sobre cárceles: eran las que daban los encausados por el intento de secesión ilegal en Cataluña transmitiendo al público sus descubrimientos: que el comedor de la prisión no era un restaurante, que los carceleros daban órdenes; eso demostraba que el franquismo seguía reinando en España, algo que desmentía, precisamente, ese aluvión de noticias porque, cuando Franco reinaba, quienes estaban el cárcel por sus ideas (éstos han estado o están por sus hechos) no existieron oficialmente aunque desde 1963 a 1977 el Tribunal de Orden Público hubiera nueve mil personas condenadas a doce mil años de prisión y, en Andalucía, aquellas fueran ochocientas y los años de vida perdidos casi mil. Habría que añadir que ese tribunal era el sustituto «mal menor» de los Consejos de Guerra anteriores con miles de penas de muerte o durísimas penas a cientos de miles de españoles en su haber.

En tiempos de Franco se decía (yo creo que era una leyenda urbana) que la revista La Codorniz había sido clausurada una vez al publicar en uno de sus números un «parte meteorológico» diciendo que «reinaba en España un fresco general, procedente de Galicia, próximo a desaparecer». Esa publicación tenía dos secciones: una se llamaba la cárcel de papel y otra la oficina siniestra. Hoy, en este franquismo de mentira, la primera es la que cuentan en los periódicos los del procès; en la segunda siguen trabajando cuantos, antes en la derecha y ahora en cierta izquierda, ocultaron y ocultan aquellas cárceles de verdad.