La Tostá

Casado acabará en el SOC

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
01 may 2019 / 09:25 h - Actualizado: 01 may 2019 / 09:27 h.
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Solo hay que apretarle un poco y acabará afiliándose al SOC (Sindicato de Obreros del Campo), primer sindicato legalizado en Andalucía tras la dictadura franquista. Me refiero a Pablo Casado, el líder del Partido Popular, que se acaba de dar cuenta que es de centro. Se ve que con el porrazo que se pegó el pasado domingo se le ha movido algún tornillo y ha vuelto a sus orígenes: el centro, ese lugar de la política donde acaban todos los que son muy de derechas y no terminan de comerse una rosca. El pinchazo de Casado era algo que se esperaba, porque acababa de llegar al partido y en un momento delicado, con la corrupción saliendo por todos los saneamientos de Génova. Se apresuró en lavarle un poco la cara para intentar ser presidente del Gobierno, pero radicalizando tanto su discurso en la campaña electoral que se veía venir el tortazo. Es muy de derechas, pero quería serlo más aún, parecerse a Santiago Abascal, el nuevo crack de la política patria. Hasta el punto de decir que pactaría con Vox si hiciera falta. “Tendrán la influencia que quieran tener para entrar”, dijo hace apenas cuatro días adivinando la debacle y pensando seguramente en que necesitaría a este partido de ideología ultraderechista. Se equivocó y lo ha reconocido, menos mal. Siempre será menos doloroso que irse a casa y alejarse para siempre de la política, que al parecer es su verdadera vocación porque lleva en ella casi veinte años. ¿Por qué no son sinceros los políticos y dicen abiertamente de qué ideología son? Les pasa igual a los militantes y simpatizantes, sobre todo a los del PP, que no saben si son reformistas, liberales, conservadores, de derechas o de centro. En el caso de los líderes de cada partido, parece ser algo estratégico, como para captar mientras más votos mejor. Quieren pescar en todos los caladeros y eso no puede ser. Es lo que le ha ocurrido a Casado, que no solo ha tenido que competir con las izquierdas, sino también con las derechas. Y, claro, se le hizo la picha un lío con tantas corrientes ideológicas y se ha pegado la castaña de su vida, lo que le ha obligado a regresar al centro y decir que aquellos con los que estaba dispuesto a gobernar, Vox y Ciudadanos, son el momo. Esto demuestra una enorme falta de personalidad política en Pablo Casado, un problema que no tiene Abascal, por ejemplo, que carece de complejos. Él y quienes dirigen Vox, que tres días antes de las elecciones hablaban abiertamente de cerrar cadenas nacionales de televisión e ilegalizar partidos. Casado ha tenido la mala fortuna de coincidir en el tiempo con Abascal y Rivera, y a poco que le aprieten las clavijas, acabará ocupando fincas con Cañamero y Gordillo.