Llegó la hora de la verdad. Once horas tendrán los catalanes para despejar dudas o –por el contrario– hacerlas más visibles. Durante estos últimos meses son muchos los catalanes que de forma reflexiva exclamaban «si llego a saber todo esto...» o «el día que vuelvan a convocar elecciones...»; pues ese día ha llegado.
Ahora –uno– podrá decidir si quiere que se sigan gastando dinero (la cifra empieza a ser una verdadera incógnita) en el procès, o por el contrario el catalán entiende más importante una mayor inversión en educación, sanidad, o infraestructuras.
Ha llegado el momento de decidir si los catalanes quieren una República imposible de llevar a cabo porque las normas que nos autoimpusimos los españoles así lo deciden, o –por el contrario– seguir siendo una de las comunidades autónomas más prósperas de España.
Antes de meter la papeleta en la urna es importante que piense uno temas tan transcendentes como la creación de empresas, la huida de estas, la crispación social que lleva instalada muchos años y que durante estos últimos meses se ha agudizado, y otras muchas.
Y es bueno que reflexione uno porque luego será tarde, luego no podrá quejarse de que las ventas suban o bajen, o que el turismo se estanque o no, porque la realidad de todo esto es que el voto será determinante para los intereses que cada ciudadano tenga en mente.
El tiempo es de las pocas cosas que no se recupera en la vida, por no decir la única. Por eso llegó la hora de Cataluña, que es lo mismo que decir que llegó la hora de una parte importantísima de España.
Mientras tanto, ¡sé feliz! ~