Uno está cansado ya de tanta fantasmada, y eso que ahora, con la Feria de abril en puertas, tendremos que soportar a más de uno que, sin sábana que lo cubra, se pasee por el Real haciendo gala de lo que no es ni de lo que tiene. Pero cuando nos ponemos a la información diaria realmente tomamos conciencia que la política es un circo cada más alocado e ingobernable, un misterio donde la fantasmada es lo usual. Decía Susana Díaz –no sin razón– que espera que se haga pronto lo mejor para Andalucía y lo mejor sea que se apoye su investidura en lugar de torpedearla como presidenta de la Junta. Habría que ver que harían los socialistas si estuvieran en el lugar de PP o resto de la oposición... Desde luego no parece coherente que desde filas como Podemos, Ciudadanos o PP se haya optado a la presidencia de la Junta de Andalucía para hacer lo mejor por Andalucía (lo repito a posta) y ahora se boicotee un trabajo que debe comenzar por el bien de todos, parece incoherente tanta celebración allá donde, realmente, sólo hay intereses.
Igualmente incoherente me resultan las caras de santidad en torno a los ERE de Andalucía, todos salen del Tribunal Supremo con cara de no haber roto un plato y señalando a otro cuando la vajilla está entera rota... Entre todos la mataron y ella sola se murió. Menos sonrisas y más autocrítica.
Finalmente pisamos el albero dorado del Real, la ciudad efímera de la Feria, tiempo de disfrute y alegría, de olvidar las penas, una semana en la que el sevillano –y el visitante– vive con una premisa: convivir y disfrutar, y que sea en paz.