Cera en los neumáticos

Image
18 abr 2015 / 12:28 h - Actualizado: 18 abr 2015 / 17:34 h.
"Pareja de escoltas","Semana Santa 2015"

Pisó la cera sucia y negruzca y escuchó el chirrido de los neumáticos en los adoquines de las calles del centro. Era la única señal que delataba esas calles que habían sido islas de belleza. La túnica ya estaba metida en la caja de magdalenas y volvía a ocupar su rincón del altillo en espera del jubileo cuaresmal. El capirote, maltrecho por el calor y el sudor, aguardaba su definitiva jubilación, convertido en trasto absurdo –como un apátrida en la zona internacional de un aeropuerto- en medio del trajinar recuperado de una casa necesitada de orden. La rutina de siempre había vuelto a los horarios, a las costumbres y los quehaceres, aunque el armario aún olía al incienso impregnado en los trajes oscuros, condecorados de pegatinas de heráldica barroca y cintas prendidas de alfileres. Había concluido una Semana Santa vivida con intensidad, apurada en todos sus capítulos, exprimida en sus días y sus horas y gastada de puro usada. A pesar de todo, sentía una extraña certeza, un dolor pequeño y amortiguado, la nostalgia indisimulada de otros horizontes y la añoranza de aquel tiempo en el que la ciudad se abría como un inmenso mapa misterioso y la salida de cada cofradía era un milagro deslumbrante. No había encontrado esa Semana Santa interior, la que se nos clavó en otro tiempo en el alma, que buscamos cada año con desazón en un viaje a los recovecos de los recuerdos, a los dobleces del alma. ~