La Virgen del Rocío ha vuelto a su casa y cientos de miles de rocieros han empezado una nueva cuenta: hoy ya están más cerca que ayer del próximo camino. No saben si será de barro o polvo pero han empezado a acercarse a él cuando aún les queda el de vuelta de este año. Las curvas del tiempo han hecho que coincidan el domingo rociero con aquel en el que Betis se jugaba o bajar a segunda o jugar la promoción y se encontró con que una rara combinación lo salvaba de lo uno y de lo otro. Este año otra carambola lo ha puesto en mitad de la tabla pero también, desde hoy, sus aficionados tienen ya la próxima liga en su horizonte. Los del Sevilla F.C. salen esta semana con la ilusión de otras metas. La esperanza de superar las dificultades reina en el ámbito de lo sentimental sin que parezca que nada o nadie la obstaculiza.
La causa de que no suceda los mismo en el terreno de lo racional nadie la sabe; es un misterio. Dicen las encuestas que en las próximas elecciones la abstención será mayor que en las pasadas y eso indica que cuanto allí es incentivo, aquí significa desánimo. Aunque estemos convencidos –teóricamente convencidos– de que la sociedad la ordena la razón y no el corazón, ponemos mucho más empeño en trasmitir las vivencias que en vertebrar socialmente el futuro. A lo mejor, además de poner el acento en la próxima liga o el camino del año que viene, habría que pensar también en la herencia colectiva (en lo que dejaremos socialmente a quienes nos sucedan). Y que no hacerlo significa que estamos aun muy cerca de los chimpancés.