El Sevilla camino de Italia. Suena bien, y más con un 3-0 como banda sonora. Viaja el campeón a la Toscana, a la bella Florencia, a defender la renta de la ida, a seguir defendiendo una copa que sigue siendo suya. Cualquiera le dice al Sevilla que no es suya... Jugar en Italia con tranquilidad es un contrasentido, incluso cuando viajas con tres goles de renta. En juego, una final europea. Enfrente, una Fiore que se ha venido arriba en busca de la remontada. Esta historia me suena... Montella y los suyos hacen lo que tienen que hacer: invocar a todos los dioses en busca del milagro, apurar sus opciones. El Sevilla calla, como suele hacer mientras los demás hablan, reflexionando sobre lo inevitable: ¿qué hicimos mal hace un año en Mestalla que no debamos repetir ahora? Pues todo. No sé sabe bien porqué, el Sevilla hizo 93 minutos ridículos ante un Valencia envalentonado, de lo peor que se le recuerda en años. Sí, ya sabemos el final de aquella historia, pero conviene recordarla porque es (debe ser) inadmisible, y más ahora.
Los fantasmas de Mestalla no deben servir para poner nervioso al Sevilla. Tampoco el clima de remontada que inunda Florencia a estas horas. Es más, ambas cosas deben servir para todo lo contrario, para que los de Unai Emery salgan al Artemio Franchi a por todas. Como en Monchengladbach, como en Villarreal, como en San Petersburgo. Como tantas y tantas veces en los últimos tiempos por toda la geografía española y europea. Hasta la victoria, siempre. Nunca ha ganado en Italia: este jueves tiene la oportunidad de hacerlo, en un suelo no conquistado por este escudo que parece resistir cualquier embestida y que infunde miedo hasta en los equipos que juegan la otra semifinal. ¿No De Laurentiis? A ganar y clavar otra bandera.