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Comentario Bíblico

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09 jun 2019 / 06:48 h - Actualizado: 09 jun 2019 / 06:48 h.

(Hch2,1-11; Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34; 1Cor 12,3b-7.12-13; Jn20,19-23)

Como no podía ser de otro modo en la celebración de Pentecostés, el Espíritu es el denominador común de todas las lecturas. El salmo 103 nos muestra como la vida depende del Espíritu de Dios, toda vida es aliento divino (Gn 6,17; 7,15), el mismo que al comienzo del mundo aleteaba sobre la faz del abismo (Gn 1,2). En el salmo, el comienzo y el fin de la vida física aparece marcado por la comunicación y la retirada de este Espíritu (Sal 103,29-30). La imagen que se ofrece es la de que el único hálito vital es el de Dios, del cual entrega y retira sendas participaciones, de modo que, en realidad, todos los seres tienen un solo aliento (Ecl 3,19).

Pero, más allá de la vida física, el Espíritu es comunicación de la vida divina. Israel se beneficia de esta efusión del Espíritu que, aunque con medida, se comunica a algunos personajes haciéndolos portadores de salvación para el pueblo (Jue 3,10; 1Sm 16,13), pero el profeta Joel promete su efusión universal (Jl 3,1-2). Esta se producirá en Pentecostés, narrada en Hechos con la presencia del fuego propia de las teofanías del Pentateuco (Ex 19,18; Dt 4,11-12). En el evangelio, en cambio, el Resucitado recrea al hombre exhalando su aliento sobre ellos, tal como hizo Yahvé con Adán (Gn 2,7), dispensándoles el don de la vida en plenitud, que los capacita para una misión que los convierte en enviados de Cristo, al que representan en el mundo, para perpetuar la tarea que le encomendó el Padre (Jn20,21). Esta se pone de manifiesto en los dos grandes eventos de salvación obrados por el Espíritu: por un lado, la unidad en la diversidad, representada en Hechos por el don de lenguas (Hch 2,4), y en primera Corintios por el cuerpo eclesial pluricarismático (1Cor 12,4-6); y, por otro, el poder de la remisión de los pecados (Jn 20,23), que devuelve a los hombres a la amistad con Dios.

Orar con la Palabra

1. El Espíritu dador de vida.

2. Recreados en el Hijo por el Espíritu.

3. El Espíritu fuente del perdón y de los carismas.