Como ella, ninguna

Es una mujer especial, única, irrepetible. Un amor irracional, una pasión imperecedera

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08 mar 2018 / 10:36 h - Actualizado: 08 mar 2018 / 10:56 h.
"Sevilla Al Minuto"
  • Como ella, ninguna

Agárrate fuerte a ella, no la sueltes. Mírala a los ojos. Escúchala. Deja que te hable de la vida, del esfuerzo y el amor. Del tiempo, que corre tan deprisa. Sé paciente, no te marches de su lado. Abrázala a diario, con cuidado pero con fuerza.

Acuérdate de pensar en ella. Vuelve a sus palabras, repasa cada una de sus frases. Todo eso que te dijo lo hizo desde el corazón. También desde la memoria. Desde la edad, con la certeza de los años. Con las arrugas más bonitas que bordaron en su manos, en su mirada. Deja que te cuente como fue su experiencia. Aprovecha. No se puede quedar contigo demasiado tiempo. Lo intentará de mil maneras, pero deberá marcharse antes de lo que desearía. Las agujas de su reloj estaban avanzadas cuando llegaste.

Te quiere enseñar a ser una buena persona. Pide para ti felicidad, salud, fuerza. Sin remedio, lo desea. Intenta curar tu pena, que no pese la dureza de la vida. Y te lo dice por experiencia. Así que dale un beso en la mejilla para que recuerde lo mucho que la has querido, que la quieres, que la querrás para siempre, sin medida.

Ha vivido muchas épocas. Ha sido difícil para ella. No conociste su vitalidad completa porque ya le faltan las fuerzas. A veces le cuesta levantarse y caminar, ayúdala. Ofrécele tu brazo, y tu abrazo, con ternura. Que te sienta cerca.

No te olvides de llamarla. Dedícale tardes a ella. Memoriza su mirada, su olor. Guarda todo lo que puedas de ese cariño tan tierno que te brinda en cuanto cruzas su puerta. Trátala con delicadeza y ten presente cada detalle del tiempo que sucede mientras estás a su lado. Está siendo tan feliz contigo a su vera, que no hay dolor en un cuerpo que ya no es lo que era.

Es el regazo que acunó tu existencia. Tú serás siempre su amor. Serás la foto de su mesa. En sus rezos, tu alegría. En sus latidos, tus penas. El alivio en tus heridas con sólo un beso. No habrá pan que sepa igual que el que te puso en su mesa. Ni mil mantas que te arropen a su manera.

Ella sonríe. Es entonces cuando no existe nada ni nadie que pueda apenarte. Esa paz no es cualquiera. Ni un solo cimiento se tambalea, por más tormenta que tuvieras. Porque ahora ha sonreído y tú sientes calma. Se hace la luz, abres los ojos, y suspiras. Se te ocurren mil poemas.

Hazle caso al corazón. Te pide que no vuelva a pasar un solo día sin que te acuerdes de ella. Sin que la tengas cerca. Porque pronto faltará su aliento cuando te fallen las fuerzas. Coge la mano que agarraste en aquellos primeros pasos. Dale el abrazo que requiere, porque tú lo necesitas. No dejes pasar la oportunidad de rememorar la felicidad más verdadera.

Recuerda. Estuvo a tu lado. Te quiso. Te lloró aunque no lo sepas. Sintió contigo el dolor. Al caer, te recogió y te enseñó esas lecciones que a día de hoy te sujetan. Claro que nunca la olvidarás, y la verás en cada gesto de tu madre, de tu padre. Atrapa el tiempo antes que venzan las lágrimas por su ausencia.

Y es que el final, cuando se acerca, se confiesa vil ladrón de una pasión que jamás tendrá rival, por verdadera. Por auténtica. No hay amor igual que el suyo, no hay persona más hermosa. No hay mujer que se le parezca, ni una flor que en su pureza, se asemeje a la belleza de una abuela.