Quizás desempolvemos la historia, la bella historia que Andalucía escribió en 1980 que sirvió para decirle a España que esta tierra es mucho más que juerga, siesta y gente maltrabaja. Quitaremos las telarañas y sacaremos las fotos de todo un pueblo gritando por su consideración de pueblo grande, frente a los desprecios que le hacían desde Madrid. Recordaremos que un presidente llamado Escuredo pegó con los nudillos en el estrado del Congreso y le dijo a toda España que los andaluces serían como catalanes y vascos, y llevó a cabo una huelga de hambre... y el pueblo andaluz cavó la tumba de la UCD cuando le ganó el pulso al gobierno en su camino de autogobierno.
El malogrado parlamentario de Podemos, José Luis Serrano, explicaba perfectamente que fue el pueblo andaluz el que consiguió un 28F que Andalucía fuese como la que màs y que cualquier alteración de esa circunstancia en España sería, aparte de una traición al pueblo andaluz, un acto antidemocrático contrario a los intereses de Andalucía.
Digo esto porque de la reunión de Susana Díaz y Mikel Izeta, máximo dirigente del socialismo catalán, parece que la costura de la herida socialista se hará buscándole a Cataluña un encaje diferente en España al que tiene Andalucía y que para ello incluso se reformará la Constitución, y todo para que Díaz lidere el PSOE. Si se está empezando a escribir la historia de una España asimétrica en la que Andalucía no sea como la que más, quizás volvamos a ver la blanca y verde en las calles, a pesar de la sordina que han metido desde 1980.