Con la muerte en los talones

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30 dic 2016 / 20:12 h - Actualizado: 30 dic 2016 / 22:25 h.

La despedida de este año infernal, solo puede ser de júbilo porque se acaba, porque ha sido, es, y está siendo extremadamente fatidico. Se han ido, dejándonos más huérfanos de lo que ya estábamos, 49 mujeres asesinadas por violencia de género, 3.800 ahogados en el Mediterráneo, 320.000 anónimos en la guerra de Siria, amén de David Bowie , Manolo Tena, El Lebrijano, José Menese, Leonard Cohen, Marcos Ana, Fidel Castro, y Carmen López.

Carmen López, está en el paquete de los personajes, de los y las ilustres fallecidas este año. Una mujer invisible cargada de esa sabiduría que sólo se aprende desde abajo y con las de abajo. Hace sólo unas horas que la muerte la sorprendió traicioneramente, sin avisarla, sin avisarnos, demasiado joven, demasiado viva, demasiado necesaria para arrebatarla. Cordobesa con un deje mestizo, que se entendía en todas las lenguas del feminismo social. Tenía más madera, era la síntesis superadora de Carlos Marx y Groucho Marx, administraba el humor negro negrísimo como píldoras para amansar sus intervenciones cargadas de sentido común, cosa que en estos tiempos tiene el sonido de la radicalidad.

Su militancia feminista y político social, en lo que el poder llama los extremos, le permitió asomarse con esa firmeza tan demoledora, que sólo la poseen quienes han conocido el lodo. Ella dijo de sí misma: «Soy sólo una mujer trabajadora, peona de limpieza, que salgo adelante con el miserable salario que me pagan. Yo sé bien de las dificultades de la privatización de los servicios, de trabajar en tierra de nadie, sin que ni la administración ni la empresa se hagan cargo de tu trabajo». Y continuaba diciendo: «Yo sé bien, de la incultura y la baja formación que nos dan y de nosotras esperan, cuando nosotras sabemos mucho más de lo que contamos, de aquellos edificios públicos en los que limpiamos... ¡Ay, si las limpiadoras hablaran! Y el secreto profesional en nuestro caso se cotizara».

Decía Rosalía de Castro: «Es más fuerte, si es vieja la verde encina; más bello el sol parece cuando declina; y esto se infiere porque ama uno la vida cuando se muere».~