Una cosa que no han hecho nunca en la Bienal es intentar al menos que los que vienen de fuera conozcan la historia del flamenco en esta ciudad. Incluso los propios sevillanos, que la conocen poco. Interesa solo que vengan a comprar entradas, mesas en restaurantes y habitaciones de hoteles. Que vengan por tierra, mar y aire a una ciudad sin la que no se podría entender el flamenco, pero donde no hay un centro de documentación, un museo o algún lugar al que poder ir para saber quiénes fueron Silverio, El Burrero, el Maestro Pérez o Manuela Perea La Nena. Zoido quiere que esta sea la Bienal de los sevillanos, en vez de la de los guiris. ¿Por llevar el flamenco a las calles? Lo podrían llevar a la calle Jesús del Gran Poder, donde vivió Demófilo, para que vean cómo está la fachada del Conservatorio Cristóbal de Morales, que parece un derribo. No digamos cómo está el interior. En ese edificio se estudia el flamenco. Más adelante, en la calle Potro, está la casa donde vivió algunos años Silverio Franconetti y está llena de ratas. Sería una ruta interesante, ¿no creen?