Cuando un grito es una oda a la esperanza

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20 abr 2015 / 12:12 h - Actualizado: 20 abr 2015 / 18:21 h.
"Deportes","Real Betis","Una de salmorejo","Pepe Mel","Rubén Castro","Jorge Molina","Dani Ceballos"

Camino de la Feria con el traje de chaqueta y el pin en la solapa. Camino del polvoriento Real con la flor de rojo carmín en el bolsillo. El Real Betis, jondo y racial en sus noches de inspiración gitana, camina hacia Primera División en un vehículo de gama alta. La tropa de Pepe Mel, que ha conectado con la clientela y el vestuario en un ejercicio inteligente y carente de debate, se ha ganado el respeto de una categoría indigna para una entidad que se ha suicidado de forma caprichosa por los egos de sus mandatarios, su entorno y hasta por las muecas del destino. Es el sino del Betis, Real desde las entrañas y especial hasta en las mañanas soleadas. El Real Zaragoza fue una víctima en un encuentro revelador. El Betis reúne a la pléyade más completa del torneo. Sin matices. Fácil y evidente.

El RBB huele a Primera. A rebujito, chacinas en papel de estraza y manzanilla de Sanlúcar. Vibra al son de su tiránico dominio en una Liga tan barata como los precios de aquellos pavos que se compraban en la Nochebuena del 50. En aquellos mercados de gente bonachona que recorría los puestos en busca de las mejores ofertas. El Real Betis es, en esencia, el mejor postor de Segunda, las catacumbas de las que pretende despedirse con una ración de tardes jubilosas. Vitoria será el próximo capítulo de un libro escrito con tinta indeleble y la sonrisa de su gente. Como la de Juan, aquel niño de 12 años al que su rostro de felicidad plena y sincera delataba cuando abandonaba Fondo junto a su padre, bético hasta el tuétano y hermano de San Esteban. Los García Silva fueron ayer el vivo ejemplo de una afición que brindará por un ascenso que ya es sólo cuestión de tiempo. Tiempo, el elemento que ordena la vida al ritmo de los astros. Como Rubén Castro y Jorge Molina. Como Portillo y Ceballos. Astros, de Segunda, pero astros. Y para Juanito los responsables de que ayer se acostara soñando con la Primera División. Dulces sueños, Betis.