Hace escasos días tuve la fortuna de ser invitado al acto de concesión del uso de la bandera de España a la Jefatura Superior del Cuerpo Nacional de Policía de Andalucía Occidental. El acto tuvo lugar en un marco incomparable por su belleza e inolvidable por su calor (con sus casi 40º), y presidido por el ministro de Interior Juan Ignacio Zoido.
El Cuerpo Nacional de Policía, que nace por la necesidad de dotar a las ciudades españolas de una seguridad moderna allá por 1824 –cuando S.M. el Rey dictó la Real Cédula creando la Policía General del Reino– ha ido evolucionando hasta nuestros días para convertirse en un instituto armado de naturaleza civil, con estructura jerarquizada que tiene como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, con ámbito de actuación en todo el territorio nacional.
Pero además de sus numerosas especialidades, de investigaciones penales, judiciales, terroristas y asuntos sobre orden público e inmigración, el Cuerpo Nacional de Policía es algo más, son 65.706 agentes, 65.706 personas que diariamente salen a las calles a defender valores, principios, a defendernos a nosotros los ciudadanos de toda agresión o menoscabo de esos valores citados anteriormente.
Las 24 horas del día de los 365 días del año están siempre ante esa indeseada violencia de género, protegiendo al menor, ante el que trafica con drogas, ante el terrorista, ante todo –en definitiva– que no sea la legalidad vigente; y lo que ponen en juego son –nada más y nada menos que– sus vidas.
Al final, al igual que al principio, un policía es un amigo, así lo entendemos la mayoría de los españoles, al menos los españoles de bien.
Mientras tanto, ¡sé feliz!