De Algeciras a Estambul

Ahora hay quien llama fascista a Serrat porque ha dicho que el ‘procés’ catalán es la feria del disparate. Es un hombre libre y es por eso que le odian los radicales

11 feb 2018 / 16:40 h - Actualizado: 11 feb 2018 / 16:40 h.
"La Pasión"
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Tentado estoy hasta los huesos de escribir este artículo de pie, mostrando así mis respetos a Juan Manuel, manoseando las decenas de vinilos y cedés con canciones suyas que han jalonado, y aún hoy persisten en la compañía fiel, cada uno de mis temores, mis amores, mis repelucos, las soledades y las tardes en calma, junto a la chimenea, pensando en Penélope, en Lucía o en esos locos bajitos que todos fuimos alguna vez en la vida. Serrat ha competido en mis tiempos vitales con Antonio Machado, con Miguel Hernández, con Cervantes o Baroja. Su voz, esa voz que ahora estás escuchando, está clavada en mi niñez, en la pubertad, en la madurez, y ahora. No hay manera y tampoco quiero, de desenclavarla.

Veo a Serrat recibiendo besos de sus canas, abrazado por sus setenta y cuatro tacos de almanaque, con las arrugas de paseo por las bolsas de sus ojos, los mismos que sirvieron de faros para alumbrar una niñez que sigue jugando en la playa.

Conmueve comprobar que aún tiene en la piel el sabor amargo del llanto eterno mirando al futuro como si aún tuviera setenta y cuatro primaveras más por delante.

Soy mucho de Serrat, que por cierto no hizo canción protesta sino que protestó desde el corazón haciendo canciones que hablaran más del alma que del cuerpo. Siempre por encima de partidos e intereses, ha hecho, en innumerables momentos, del sentido común su bandera. A Serrat le ha costado algún insulto, alguna puerta cerrada en sus narices, pero no le importó ser fiel a su manera de ver el mundo.

Ahora hay incluso quien le llama fascista porque sostiene que el procés catalán es la feria del disparate. Yo comprendo que lo vean como un enemigo. Me refiero a los radicales, a los más apegados a conseguir las cosas por la fuerza. Serrat sólo tiene como arma una guitarra y, si acaso, un cuaderno con letras de canciones. Respeta la fiesta de los toros, el libre pensamiento, la variedad, canta y ama libremente, siente a Cataluña en el alma y a España en el corazón. No puede ser amigo de la cerrazón y los flirteos con la violencia, con los extremos.

Ha comenzado su gira Mediterráneo porque no sabe si le dará tiempo a celebrar los cincuenta años de un tema musical mítico. Se ha vuelto a echar a la carretera mientras muchos de sus vecinos le señalan como traidor.

Lleva en la maleta el sentido común y sus canciones de amor, la bondad y su acento catalán de miel y limón, sus piropos a las mujeres como ejemplo de la belleza de la creación. Y su honradez.

Gracias Juan Manuel. Gracias Joan. Gracias, maestro. Ojalá pudiera acudir a todos tus conciertos, todos. Ojalá pudiera seguirte de Algeciras a Estambul.