De autocomplacientes y escépticos

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03 jun 2017 / 22:00 h - Actualizado: 04 jun 2017 / 07:53 h.
"Juan Espadas"

Estuvo bien el alcalde de Sevilla, Juan Espadas cuando en su discurso con motivo del Día de San Fernando, lanzaba, el pasado martes, un mensaje crítico contra los escépticos que tienden a minusvalorar, decía, los logros de la ciudad. Una acertada referencia así al hito que supuso la Expo del 92 ahora que se cumplen 25 años de su celebración y que contó con una fuerte resistencia en la propia ciudad, triste episodio, desde luego, que, pasado el tiempo, aparece casi reducido a pura anécdota dado el éxito total con el que se cerró el evento. Sin embargo, esta circunstancia, en su momento, se convirtió en una seria dificultad más que superar y eso que la Muestra Universal iba a suponer transformar, para mejor, la capital andaluza. De hecho, Espadas precisaba que Sevilla entonces supo dar una lección ejemplar al mundo. También indicó que «se abrieron las puertas del emprendimiento, al desarrollo empresarial, la investigación, la educación de calidad, las tecnologías». Y remataba señalando que «hoy, como entonces, no estamos libres ni de escépticos ni de pesimistas. También forman parte de esa eterna dualidad de Sevilla, combinación perfecta de orgullo y critica».

Sus palabras se deslizaban en medio del clima festivo en el que se desarrollaba dicho acto de entrega de las medallas y distinciones de la ciudad. Y lo hacía con la suavidad que le caracteriza. Como se sabe, Espadas es poco dado a enseñar los dientes. Tampoco a mostrar comportamientos ásperos o desagradables. Pero el mensaje estaba ahí, como quedaba, también, flotando en la fresca atmósfera del teatro, su apelación a un mayor consenso social y, sobre todo, a la imprescindible autoestima entendiéndola ésta como una herramienta imprescindible para ser conscientes de nuestras virtudes y aspirar a empresas mayores, sin ensimismamientos ni añoranzas que sólo conducen a la melancolía. Así que es cuestión de ponerse todos a trabajar con el objetivo final de aunar esfuerzos para garantizar un mayor progreso de nuestra tierra. Apreciación impecable si se tiene en cuenta que detrás de la primera autoridad municipal figuraban en el escenario los recién galardonados, una veintena de personas procedentes de muy distintos estamentos, merecedoras todas ellas del reconocimiento de la ciudad que acababan de recibir y que en sí mismo componían un rico mosaico de lo que Sevilla es capaz de hacer en todos los ámbitos de la vida.

Por un momento, aquello sonaba al famoso Pacto Cívico para prestigiar la ciudad que en 2005 el entonces alcalde, el también socialista Alfredo Sánchez Monteseirín lanzó en una ceremonia similar. La iniciativa tuvo escaso recorrido por no decir que ninguno. Los diferentes grupos de la oposición municipal la rechazaron frontalmente y de aquello nada más se supo. Pasado el tiempo, habría que decir que ya no se trata de preservar la buena fama de la capital andaluza. Ahora, en cambio, nos conformaríamos con que se estableciera un consenso básico para reivindicar aquellas mejoras que se necesitan de forma imperiosa en materia de infraestructuras, equipamientos y diferentes dotaciones.

Tal vez, el toque de atención del alcalde obedezca, igualmente, al estado de opinión que se viene instalando últimamente sin que nadie lo combata debidamente, y que viene a señalar que Sevilla está paralizada y siendo desplazada por la pujanza de otros territorios como pudiera ser el caso de Málaga. Cierto o no, lo que sí hay es la obligación de reafirmar el liderazgo que se le supone como capital de Andalucía. Y para eso, es verdad, que hacen falta los medios necesarios: SE-40, red de Metro, Ciudad de la Justicia o nuevos desarrollos industriales. Pero, además, propuestas innovadoras y coraje suficiente para reclamar a quien corresponda el debido trato a un enclave que no puede estar más tiempo bajo autocomplacencia alguna. ~