De padres a hijos

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01 mar 2018 / 10:38 h - Actualizado: 01 mar 2018 / 10:41 h.
"Cofradías","Cuaresma","Momentos de Semana Santa","Sevilla Al Minuto"

Me preguntó un amigo de lejanas tierras cómo se incorporaban los hermanos a una cofradía sevillana... Y esa fue mi respuesta: «Por dos posibles caminos separados que te concede la Providencia, cada uno con su valor propio. El primero es el de la transmisión: de padres a hijos, de abuelos a nietos, de parientes o amigos a ahijados. Te apuntan al nacer, o cuando aún no tienes conciencia. El segundo es el de la elección propia: cuando tú voluntariamente pides hacerte hermano de la cofradía».

Vayan estas primeras líneas a ti, querido hermano que tuviste la dicha de abrir tus ojillos, en la más tierna infancia, ya revestido con una minúscula túnica, tal vez con una entrañable alba de angelical monaguillo. Apenas recibiste el bautismo –posiblemente el mismo día– tu padre o tu madre, tal vez los abuelos o algún tío o familiar, se ocuparon de inscribirte en la hermandad y de jurar las Reglas por ti. Antes de conocer a maestros o amigos del colegio ya te eran familiares nuestros Sagrados Titulares. Antes de saber hablar entonabas las marchas y reconocías con el dedillo cuál era tu Cristo, cuál era la Imagen de tu Madre del Cielo.

Creciste dentro de la hermandad, llevado siempre de la mano de tus mayores. Y tal vez conociste la tradición de la manera más natural del mundo. Como consecuencia de ello te sientes parte indisoluble de la hermandad, y hasta tienes la tentación de sentirte, en parte, superior. Es cierto que has revalidado voluntariamente tu pertenencia a la misma. Y al mostrar tu voluntad de seguir saliendo de nazareno y asumiendo tu genealogía cofrade convalidaste –al modo del sacramento de la Confirmación– los compromisos que no pudiste asumir voluntariamente. Porque tampoco todos convalidan.

Reflexiona hermano sobre tu privilegio natalicio, sobre el tesoro de una infancia y juventud de vivencias y recuerdos en tu hermandad, sobre la preferencia que te otorga la antigüedad en la lista de tu cofradía. Da gracias al Señor por ese regalo de tus mayores, que aún sigues recogiendo en forma de bocina del paso de palio, o tal vez de cirio verde o morado. Disfruta de ello, pero ponte al servicio de los demás: de los que llegaron como tú envueltos en pañales, y también de los que llegaron por elección propia y sin padrinos. Que a todos nos llamó el Señor y nuestra Madre para formar parte de nuestra cofradía.