Debates y realidades

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11 dic 2015 / 23:17 h - Actualizado: 11 dic 2015 / 23:17 h.

Después del debate del pasado lunes me quedó una cierta sensación de vacío. Más allá de vencedores y vencidos, presentes o ausentes, poses y estrategias, me dejó como resumen una absoluta falta de mensajes y propuestas para un proyecto de gobierno. No sé si pensar si los debatientes enlazan sus soflamas más pendientes de las redes sociales o meramente de rascar votos a los contrarios, pero apenas les veo un interés por explicar sus proyectos en caso de gobernar y todo queda en pancartas o eslóganes, y además demasiado manidos.

Especificando un poco, llama la atención en el aspecto económico, que creo es el más llamativo, que apenas se base todo en una supuesta bajada de impuestos, que creo que nadie sensato puede tomarse en serio, o en dar vueltas a los tipos de contratos o días de indemnización en caso de despido. Lo de la bajada de impuestos entra en el ámbito casi de lo irracional, pues por una parte se enfrenta a las tesis dictadas desde Bruselas y cuyo cumplimiento condicionan nuestra financiación estatal, pues impide el cumplimiento de las exigencias en cuanto a déficit, ya hoy muy alejadas. Aparte, por si fuera poco, contrasta con la amplia cadena de medidas sociales y populosas de todo tipo que todos ofrecen al calor de la contienda electoral y que supone un elevado coste con respecto al presupuesto que difícilmente una bajada impositiva pueda ayudar a sufragar, pese a las muy optimistas (y poco realistas) perspectivas de crecimiento, que tendrían que ser verdaderamente elevadísimas para que el incremento de recaudación a la inversa pudiera ser efectivo.

Lo del tema de la reforma laboral, los contratos y los días de despido es raro o al menos así lo veo. Es decir, en un país con más de cuatro millones de desempleados, el interés de los aspirantes al gobierno es proteger a los que sí tienen empleo. Inaudito. A ver, que es lícito y una preocupación muy importante, como también lo debe de ser la protección de organizaciones sindicales, sobre todo para ciertos partidos históricamente muy ligados a ellos, pero, ¿qué piensan hacer para crear empleo? Parece que nada o simplemente fiarlo a esa descomunal bonanza económica que nos espera a la vuelta de la esquina y que nos va a arreglar las cuentas y el empleo. Todo un ejercicio de planificación y visión estratégica. Parte de eso, poco más, mucha puya pero poca sustancia, mucho politiqueo pero poco plan de gobierno. Al final me quedan dos sensaciones finales. La primera es que cada vez se alejan más los postulados de la clase política de los problemas reales que afectan a la ciudadanía, como si los políticos vivieran otra realidad. Y la segunda, que esa realidad sigue siendo básicamente, o esa impresión me da, una evidente orientación a ubicarse en la poltrona y vivir de esa posición con independencia de los intereses generales tan necesarios. Lamento que esas tendencias se dan tanto en los partidos clásicos como en los llamados emergentes. Al menos eso pareció verse a lo largo del debate del lunes.